Historia de la Hipnosis
Una buena forma de introducirse en el ámbito de la hipnosis clínica es transitar por su historia. De este modo, recorriendo el tiempo, los intereses y los esfuerzos puestos para acercarse más a este fenómeno, estaremos en mejores condiciones para entenderla. Se propone, por tanto, un recorrido histórico que nos sirva para contextualizar la hipnosis y todos los aspectos relacionados con ella.
La sugestión existe desde el momento en que los seres humanos se comunicaron. con posterioridad, este componente fue elaborado y desarrollado en la hipnosis. No es posible fijar el momento de la historia en que se produjo este acontecimiento. Probablemente fue un proceso largo y costoso, con aciertos y errores.
Nadie sabe con certeza los orígenes de la hipnosis. Desde los albores de la historia existen muchos indicios de que los hombres de todas las culturas utilizaban procedimientos hipnóticos con fines curativos; entre ellos, el alivio del dolor.
Los estados de “trance” están descritos desde muy antiguo. En las culturas no occidentales se empleaban sobre todo por parte de los “curanderos” o “sacerdotes”, siendo generalmente ellos (los curanderos) quienes entraban en estado de trance como parte de las ceremonias de curación.
Los antiguos pueblos como los mayas, los aztecas, los persas y los griegos utilizaban la hipnosis como medio de curación. Los sacerdotes o los brujos provocaban un estado llamado “sueño mágico” a través de la imposición de las manos o rituales caracterizados por cantos y bailes con un ritmo monótono.
La hipnosis es una vieja ciencia al servicio de una nueva humanidad. Los egipcios hace unos 3.500 años la llamaban la cura del sueño. Tanto en Babilonia como en Grecia y también en Egipto era empleada con distintos fines médicos.
Es a partir del siglo XVIII cuando comienza a ser utilizada de forma abierta, a raíz del descubrimiento del “magnetismo animal”, por Franz Anton Mesmer. Mesmer fue el precursor de la hipnosis en el siglo XVIII.
La hipnosis, tal como hoy la conocemos, empezó hace dos siglos en Francia. La palabra “hipnosis” (de una palabra griega, “hypnos”, que significa sueño) fue definida por James Braid en 1843.
La palabra Hipnosis tiene su origen en:
• “Hipno”: en la mitología griega (Hypnos) era la personificación del sueño, hijo de Érebo (dios de la oscuridad y la sombra) y Nix (diosa de la noche), y hermano gemelo de Thánatos (dios de la muerte) y padre de Morfeo (dios del sueño).
- “Sis”:sufijo que significa acción, proceso o resultado de… o estado irregular.
Por lo tanto la hipnosis sería un proceso o resultado o estado irregular de adormecimiento.
A Hypnos se le representaba con grandes alas de mariposas (capaces de trasladarle de un extremo a otro de la tierra, con sigilo y en un instante), sosteniendo en su mano una planta de adormidera.
En el año 1500 a/c, en Ebers (Antiguo Egipto):
El documento escrito más antiguo, del que se dispone, que nos narra cómo la hipnosis era utilizada en tiempos remotos es El Papiro de Harris, también llamado Papiro Mágico o Papiro de Ebers. Escrito en lengua egipcia hierática cerca del 1.500 antes de Cristo. Describe cómo los adivinos egipcios empleaban métodos hipnóticos muy parecidos a los practicados actualmente. Muestra a un sacerdote egipcio magnetizando a un paciente o adepto. Los jeroglíficos reflejados en las pinturas murales del Templo de Imotep (Dios de la curación) muestran escenas similares.
En el año 500 a/c, en Grecia:
Los sacerdotes y hierofantes griegos practicaban técnicas parecidas a las inducciones hipnóticas en los llamados Templos del Sueño, con fines curativos. En algunos se rendía culto a Asclepio, dios de la Medicina.
En Grecia se utilizaban para consultar los oráculos. En el templo de Delfos se podía leer “gnosei seauton” (conócete a ti mismo) y se trabajaba con la medicina psicosomática y la curación a través de inducciones hipnóticas. En los escritos de platón podemos encontrar innumerables referencias a la medicina psicosomática, como por ejemplo: “Cuida bien el alma si no quieres enfermar del cuerpo y de la cabeza”.
Incluso Pitágoras: “Qué tu cuerpo no sea la cárcel de tu alma”. También era un gran filósofo y conocedor de la psique humana, aunque es más conocido por sus aportaciones matemáticas.
Epidauros fue un punto neurálgico y lugar de peregrinación, donde en el Templo de Asclepio (Esculapio para los romanos), se utilizaban métodos curativos de naturaleza ritual. Los pacientes eran introducidos en un túnel llamado “el Tolo”, por el que corría un riachuelo cuyo murmullo tranquilizaba a los enfermos. Los pacientes debían dormir ahí para que el dios pudiera aparecérseles en sueños, para confirmar el diagnóstico y sugerir un tratamiento. Además el paciente escuchaba voces supuestamente del dios, que le sugerían su pronta recuperación. Los enfermos, antes de abandonar el lugar, dejaban colgado en la puerta del Templo algún objeto personal, como prueba de su curación.
El Templo de Asclepio estaba dedicado a Asclepio hijo de Apolo y de Coronis, dios de la medicina.
La referencia a la antigüedad y a Grecia, en concreto, es generalmente reconocida. Sin embargo, la aportación más rigurosa y entroncada en la filosofía es la que ahonda en la utilidad de la palabra como terapia, como el fármaco de la mente. Así Platón propone la sugestión (la palabra sugestiva) como medio de obtener el orden y la armonía de que carece el enfermo, y Aristóteles, por otro lado, desarrolla la Retórica, como persuasión verbal y la Poética como forma de tratamiento psicológico y que incluye unas buenas dosis de catarsis. El reconocer el poder de la palabra como agente susceptible de producir cambios en el organismo es aceptar el elemento esencial que subyace a los fenómenos hipnóticos.
Gorgias (sofista “pensador” contemporáneo de Sócrates) afirmó que la fuerza (dynamis) de la persuasión para el tratamiento de la mente (psykhé) es equiparable a la de los mejores fármacos para la curación del cuerpo.
Más amplio fue el planteamiento de Platón acerca de la palabra sugestiva. Pensaba que la sugestión puede producir una “armoniosa y justa ordenación” de todos los elementos de la vida psíquica (creencias, sentimientos, impulsos, saberes, etc.) y que esta armonía (sóphrosyné) es condición previa para que sea máximamente eficaz la acción de los fármacos, por lo que estimaba que la terapéutica no es completa si no es capaz de conseguirla en los enfermos.
Aristóteles consagró todo un tratado, la Retórica, a la palabra persuasiva y distinguió en la Poética una nueva forma de “tratamiento psíquico”. Junto a la palabra dialéctica o convincente y a la retórica o persuasiva, describió la que produce una “catarsis”, término que utilizó con el significado de “liberación o purgación de las pasiones”, seguida del correspondiente alivio. La relacionó asimismo de modo explícito con la terapéutica, afirmando que un médico que supiera producir en la psykhé de ciertos enfermos efectos “catárticos” semejantes a los de un poema trágico vería completada radicalmente la eficacia de sus tratamientos. Tampoco este nuevo programa fue recogido en la medicina posterior, a pesar del decisivo influjo que recibió de la obra de Aristóteles, no sólo en el terreno de la biología, la filosofía natural y la lógica, sino también en el de la ética. En la célebre doctrina aristotélica del “justo medio” entre dos comportamientos extremos se basó directamente el texto sobre “dietética” de Diocles de Caristo, médico del siglo IV a.C. El término “dietética” no se refería únicamente a los alimentos, sino que designaba la regulación de todos los aspectos de la vida humana, tomando la medicina como norma. Este significado se mantuvo durante la larga vigencia de la higiene individual destinada exclusivamente a los privilegiados y poderosos, desde la Antigüedad clásica hasta comienzos del siglo XIX.
Edad media:
Durante la Edad Media se construyeron teorías y se ejercieron prácticas de hipnotismo brutalmente perseguidas y reprimidas por la inquisición, bajo la acusación de brujería y pactos con el diablo.
En la Edad Media se produjo la máxima represión de esta actividad, puesto que al imponerse una doctrina cristiana altamente rígida y conservadora, todo acto ajeno a ella, como es el caso de la inducción hipnótica o una simple referencia a la hipnosis eran considerados como una obra de superchería y brujería, con lo cual desnaturalizaban la esencia de la conducta humana, y de esos oscuros siglos no tenemos referencia de ningún hereje que haya desafiado el anatema eclesiástico contra la hipnosis y otros fenómenos.
Cultura árabe: No solo se permitía el hecho de estar loco, sino que se les defendía, porque eran los escogidos por Alá.
Cultura cristiana: Todo lo contrario, consideraban al individuo loco como poseído por el demonio. La solución que daban era la hoguera, sobre todo si era del sexo femenino.
En la Edad Media, la enfermedad era considerada como una posesión demoníaca y el clero católico, posesor de la casi totalidad de la medicina, optaba por rezos, privaciones y rituales impresionantes para actuar sobre el “espíritu poseído” del enfermo.
Juan Gilaberto Jofré (1350-1417):
Nacido en Valencia; con 25 años ingresó en la orden de la Merced (dedicada al rescate de prisioneros de guerra y esclavos). Se familiarizó con los métodos terapéuticos, caritativos, empleados por el Islam para los alienados, abandonando la creencia de que los locos eran endemoniados.
En 1409, a raíz de asistir al linchamiento de un “insano” en Valencia, consiguió que Martín I de Aragón, el Humano, con la bendición del Papa Benedicto XIII (el “Papa Luna”) abriera en esa ciudad el hospital de los Santos Mártires Inocentes, destinado a los enfermos mentales, pobres dementes y expósitos. Por tanto, Juan Gilaberto Jofré más conocido como el Padre Jofré creó e inauguró el primer establecimiento del mundo destinado a albergar y proteger a los locos y no a encerrarlos y castigarlos.
De concepción liberal, empleó siete médicos a tal efecto y una administración de diez comerciantes. El establecimiento funcionó durante cuatro siglos.
El padre Jofré murió en 1417, y gracias a su impulso se crearon en España seis centros idénticos en el siglo XV: Zaragoza (1425), Sevilla y Valladolid (1436), Palma (1456), Toledo (1480), y Barcelona (1481).
Johann Joeseph Gassner (1727-1779):
Uno de los personajes más curiosos de los hipnotizadores ancestrales fue conocido como Padre Gassner.
Johann Joeseph Gassner, nacido en Alemania, sacerdote católico y contemporáneo de Mesmer, maestro de la sugestión, utilizaba sus impactantes y teatrales técnicas hipnóticas para esparcir su fe y sus creencias religiosas.
Gassner efectuaba curaciones realmente peculiares, rodeado de un ambiente atemorizador. El paciente aguardaba unos minutos en soledad hasta que Gassner irrumpía con una impresionante vestimenta negra, blandiendo un crucifijo y atacando con voz atronadora a las fuerzas del mal y a los demonios causantes de todos los padecimientos. En otras ocasiones hacia aguardar al sujeto en condiciones de penumbra, durante unos minutos y al cabo de un rato sigilosamente se acercaba por detrás haciendo sonar un gong a la par que gritaba ordenes imperiosas a los demonios que lo poseían.
Gassner conseguía curaciones casi milagrosas y a la vez ejercía una poderosa influencia sobre el espíritu del paciente, utilizando de un modo exagerado todos los elementos de la sugestión y la fascinación. Inducia al trance, gritando impulsivamente sugestiones de sueño en alemán y latín o bien por simple contacto con la cruz en la frente de los congregados.
Los testimonios de la época aseguran que su imponente presencia y su atemorizante puesta en escena, lograba inducir ese estado de trance en la mayoría de las personas en menos de siete segundos. Lo cierto es que en su procedimiento reunía todas las características básicas de la ejecución de la hipnosis instantánea.
Del padre Gassner se cuenta infinidad de anécdotas, se dice de él que sus pacientes nunca regresaban, no se sabe bien si por que realmente Gassner les había resuelto el problema o quizás por no pasar por tales terrores de nuevo.
Es bien cierto que Gassner se beneficiaba de su rango religioso y su prestigio a la hora de llevar a buen puerto muchas de esas inducciones al trance, pero si hemos de creer lo que los cronistas de la época cuentan, resultaba ser un magnifico hipnotizador. Estamos pues ante un personaje que no emplea las técnicas clásicas de los magnetizadores de la época, ni habla en ningún modo de fluido magnético, como mas tarde insinuaría Mesmer.
Gassner empleaba directamente la sugestión pura y dura y quizás en eso fue uno de los primeros en aplicarla para conseguir estados de trance instantáneos.
Friedrich (Franz) Anton Mesmer (1734-1815):
Fue el precursor de la hipnosis. El empleo sistemático de la hipnosis comenzó con Franz Anton Mesmer. Mesmer estaba convencido de que el magnetismo podía curar muchas enfermedades. Su argumento era que si la luna ejerce un poder sobre los mares de la tierra, también podría influir en los fluidos del cuerpo humano y de hecho restablecer la salud. Según Mesmer, todos estábamos bajo el poder de los fluidos magnéticos. Para él la enfermedad era creada por una sugestión del organismo que se podía solucionar con la transmisión de ondas magnéticas.
Mesmer fue el descubridor de una espectacular manera de curar enfermedades, basada en la sugestión. Llegó a París (entonces, el centro del mundo) en 1778 precedido de una reputación de hacedor de milagros. Al parecer había devuelto la vista a una joven músico de Viena que la había perdido.
La forma de trabajar de Mesmer era espléndida y teatral. Partía de la base de que él era capaz de acumular una porción del “fluido universal” (hoy lo llamaría “energías positivas”) y de transmitirlo a sus semejantes.
La Academia de Medicina rechazó sus técnicas, pero uno de sus pacientes (M. Bergasse) abrió una suscripción de 100 luises por persona que le fue ofrecida a Mesmer para montar una clínica, a condición de revelar a los suscriptores los secretos del “magnetismo animal”.
La sala de tratamientos que montó Mesmer en el Hotel Bouillon estaba instalada con gran habilidad: semioscuridad, perfumes orientales, músicas lejanas y exóticas, así como decoración recargada y misteriosa. Presidía el centro de la sala la llamada “cubeta de la salud”, una especie de simbiosis entre altar y pila bautismal, llena de agua sulfurosa. Los pacientes se sentaban rodeados por cordones que salían de la cubeta. Asimismo, tocaban con las manos, de vez en cuando, unas varillas metálicas en contacto con el agua, las cuales debían apretar sobre las partes enfermas de su cuerpo. También se tocaban unos a otros en las puntas de los dedos, para hacer circular “el fluido”. Mesmer, majestuoso en su túnica de seda morada, pasaba entre ellos tocándoles con su varilla, o con sus manos, en la frente y en las manos. No era extraño que durante el acto los pacientes entrasen en trances convulsivos.
Las sesiones de magnetismo de Mesmer tuvieron tanto éxito que cuando el tumulto de la gente no permitía practicar el magnetismo en la sala de tratamiento, Mesmer “magnetizaba” un árbol fuera de la sala y pedía a los pacientes disfrutar del magnetismo. Mesmer consiguió curaciones espectaculares por medio de su nuevo método de magnetismo.
Sea como fuere, el caso es que Mesmer se hizo el “hombre de moda”, y su consulta, bien repleta, tenía listas de espera que en nada envidiarían a las de nuestra Seguridad Social.
Ante las apasionadas discusiones entre partidarios y críticos, el Rey encargó a una comisión de científicos que analizasen el trabajo de Mesmer. Como curiosidad señalemos que en el grupo de expertos compartieron tareas el químico Lavoisier, Benjamin Franklin y el tristemente relevante Dr. Guillotin. Los resultados fueron negativos para el austriaco, y un informe de la comisión (del que se publicaron 20.000 ejemplares) ilustraba acerca de la superchería.
Al ver que venían malos tiempos para él, Mesmer volvió a Alemania y se llevó el dinero de sus suscriptores, quienes nunca obtuvieron el secreto prometido. A pesar de sus evidentes falacias, el método de Mesmer fue un indiscutible precursor (y posiblemente un inspirador) de futuras investigaciones y aplicaciones en el campo de la medicina psicosomática.
Entre los seguidores de Mesmer hay que recordar al Marqués de Puységur (quien descubrió el sonambulismo e insistió que la palabra por sí misma era suficiente para el magnetismo) y al padre Faria (quien según Schulz había reconocido y utilizado la sugestión en toda su significación).
Mesmer vio la hipnosis como un caso típico de magnetismo animal, a través del cual se podía influir o comunicarse con el sujeto a hipnotizar, obtuvo conductas extrañas que fueron precisamente originadas por un fluido emitido por los humanos.
Conde Alejandro de Cagliostro (1743-1795):
Médico, alquimista, ocultista y alto masón. Amigo y sucesor del conde de Saint Germain, afirmaba conocer las “ciencias” de la alquimia y la hipnosis, así como la medicina. Cagliostro fue un personaje encantador de las cortes reales de Europa, donde practicó la magia, la curación psíquica, la hipnosis, la alquimia, la adivinación por medio de la bola de cristal y otras artes ocultas.
Algunos historiadores lo acusaron de ser un embaucador y un farsante, mientras que otros afirmaron que sus poderes psíquicos y ocultos eran verdaderos, y que Cagliostro era un hombre generoso que había tratado de ayudar a los pobres. Conde Alejandro de Cagliostro, que había seguido los pasos de Paracelso, sostiene que las curaciones tienen una base racional y explicable, y demuestra cómo no es necesario ser sacerdote o rey para conseguir resultados positivos.
Pepetin, J. (1744-1808):
Médico francés. En un principio fue adversario al magnetismo. Descubrió el estado de la catalepsia hipnótica, al percatarse de la semejanza entre la catalepsia histérica y la provocada por medio del magnetismo. Posteriormente se dedicó a la difusión del magnetismo, publicando varios libros, debido a este descubrimiento.
Philippe Pinel (1745-1826):
Médico francés dedicado al estudio y tratamiento de las enfermedades mentales. Considerado el fundador de la psiquiatría en Francia. Después de realizar sus estudios en Toulouse y en Montpellier, trabajó en el hospital de La Bicêtre y en el hospital de la Salpêtrière. Introdujo importantes mejoras en el tratamiento de los enfermos mentales y luchó para que la psiquiatría tuviera categoría de disciplina independiente de la medicina general. En el campo institucional propugnó la humanización del trato que se daba por entonces a las personas alienadas, eliminando como primera medida, su encadenamiento a las paredes. Consideraba posible la recuperación de un amplio grupo de los “alienados” (tal la denominación social de la época a los “locos”) a partir del tratamiento moral. Fue catedrático de patología médica y escribió diversas obras, entre las que destacan “Nosografía filosófica” (1798) y “Tratado médico-filosófico sobre la enajenación mental o la manía” (1801).
Pinel redactó en 1801 “Traité Médico-Philosophique sur l’aliénation mentale”. Su clasificación distingue entre:
• La melancolía simple (delirio parcial)
• La manía (delirio generalizado con agitación)
• La demencia (debilitamiento intelectual generalizado)
• La idiocia (perturbación total de las funciones intelectuales)
Pinel consideraba a las enfermedades mentales como un desarreglo de las facultades cerebrales causado por cierto número de causas:
• Causas físicas, en primer lugar.
• Herencia, a la cual le otorga un lugar destacado.
• Causas morales, que se pueden separar en:
• Pasiones intensas y fuertemente contrariadas o prolongadas.
• Excesos de todo tipo, (las irregularidades de las costumbres y del modo de vida, la educación excesiva, ya sea por molicie (blandura) o por dureza excesiva, que es factor predisponente).
A las neurosis las separará en dos grandes grupos:
• Comatosas: Las afecciones comatosas suponen la desaparición total de las funciones cerebrales, las intelectuales superiores. Hay pérdida total de relación con el mundo, pérdida del lenguaje, etc.
• Vesanias: Dividiéndolas en cuatro especies:
a) Manía.
b) Melancolía.
c) Demencia o abolición del pensamiento.
d) Idiotismo.
En las vesanias (concepto considerado como su gran hallazgo), la pérdida de las funciones intelectuales superiores es parcial.
Es el primero que divide a la locura en cuatro grandes clases:
• MANIA propiamente dicha: En la cual el delirio es general.
• MELANCOLIA: El delirio es parcial, está limitado a un objeto o grupo de objetos. Hay en el melancólico una tristeza profunda, falta de deseos de vivir.
• DEMENCIA: Antecedente de la “Dementia Praecox” de Kräepelin, lo que actualmente se conoce como Esquizofrenia.
• IDIOCIA o IDIOTISMO: Consiste en la obliteración de las funciones intelectuales. El sujeto queda reducido a una existencia vegetativa, con restos esporádicos de actividad psíquica (ensoñaciones dulces, sonidos semiarticulados, crisis de exaltación). Puede ser orgánica o adquirida, y entonces a menudo transitoria. Es lo que en la actualidad recibe el nombre de oligofrenia o debilidad mental.
Pinel suprimió las sangrías y los tratamientos inútiles, que no servían más que para debilitar a los enfermos. Pensaba que se podía curar a los locos con palabras de estímulo y que, en el caso de los delirantes, podía atenuarse la opresión de la idea dominante mediante un razonamiento hábil, para lo que la figura del médico ocupaba un lugar crucial. A pesar de aquello, algunos de sus tratamientos (como la sofocación en pilones de agua, con el paciente atado a una silla basculante, o la “cura de hambre”) han de considerarse actualmente como bastante brutales.
Pinel rechazó las teorías que daban cuenta de la locura por un daño material en el cerebro, o más bien, rechazó la extensión a todo caso de locura de algunas constataciones aisladas: las autopsias que realizó no le mostraron nada constante ni específico; si existían lesiones, ellas podían deberse a la enfermedad que causó la muerte y no tener ninguna relación con la locura, ya que encontró lesiones en personas que no habían presentado manifestaciones delirantes; finalmente, concluyó que la mayoría de las veces ninguna lesión era perceptible en la locura.
Concluyó entonces que es probable que en la inmensa mayoría de los casos (exceptuando gran parte de idiotismos congénitos), la locura está exenta de daño material del cerebro. El cerebro no está dañado, la mente solamente está alterada en su funcionamiento, de donde surge la acción del posible tratamiento moral y la curabilidad potencial de la locura en una proporción que estimó elevada, al menos para la manía y la melancolía no complicada. En la demencia (antecedente de “Dementia Praecox” de Kraepelin) y el idiotismo las curas son raras, el entendimiento está tan disociado que el sujeto permanece inaccesible a las percepciones exteriores y, por lo tanto, a las influencias exteriores.
Pinel así se alzó contra el dogma de la incurabilidad de la locura, bastante extendido en aquella época.
Armand-Marie-Jacques de Chastenet, Marqués de Puységur (1751-1825):
Aristócrata francés. Es conocido como uno de los fundadores pre-científicos de la hipnosis, lo que en su época se denominaba magnetismo animal o mesmerismo. Armand de Puységur descubre el “Sonambulismo Magnético” y la clarividencia. Uno de sus pacientes (Víctor Rase) habla, se mueve y demuestra un conocimiento superior en un trance del que al despertar no recuerda nada.
La contribución del marqués de Puységur, en el desarrollo de la hipnosis fue en cierto modo anecdótica. Siguiendo la estela de Mesmer y practicando en el uso del magnetismo animal obtuvo en algunas personas un estado de sonambulismo que denominó “provocado”. Este sonambulismo, además, constituía un estado especial de clarividencia. En él, según Puységur, las personas recordaban con claridad, podían prever el futuro y conocer acerca de la naturaleza, diagnóstico y orientación al tratamiento de enfermedades. El marqués de Puységur, que no era médico, comunicó sus hallazgos a la “Sociedad de la Armonía”. Las “Sociedades de la Armonía” se constituyeron entre los seguidores de Mesmer y se centraban en la búsqueda del equilibro (armonía) del magnetismo como fuerza vital.
El hallazgo de Puységur fue difundido en la última década del siglo XVIII y llamó la atención de la clase médica, en especial por la relación existente entre el sonambulismo, la histeria y las características especiales conferidas a ese estado de sonambulismo. Así a principios del siglo XIX, Petetin, médico, relacionó el sonambulismo provocado con la catalepsia histérica. Consideró, además, que no se trataba de una fuerza magnética sino eléctrica que se originaba en el cerebro y que confería una especial sensibilidad y receptividad sensorial a las personas. Esto justificaría no sólo la viva sensibilidad de los catalépticos sino también su especial cualidad para el recuerdo.
Abate Faria, o Abate José Custodio de Faria, (1756-1819):
Clérigo nacido en la colonia portuguesa de Goa y doctorado en Roma, hizo la aportación más relevante al desarrollo de la hipnosis en los comienzos del siglo XIX. Fue un pintoresco monje Indo-Portugués, que fue de los primeros pioneros en el estudio científico del hipnotismo. Faria entendió, a diferencia de sus predecesores, que el hipnotismo estaba basado en el poder de la sugestión, en el siglo XIX introdujo la hipnosis oriental en Paris. El sacerdote Faria demuestra el método de la Fascinación. Fija su mirada en los sujetos y les ordena dormir enérgicamente. Para él el trance es cuestión de la imaginación del sujeto, no de magnetismo.
Se sabe que el abate Faría hacia 1815 abrió un curso público sobre “magnetismo hipnótico” en París y esta quizás haya sido hasta el momento la expresión más clara del carácter oriental de los métodos de hipnosis en cuanto a su origen.
El Abate Faría, fue el primero en comprender que la hipnosis es un fenómeno psicológico y lo conceptuó como un “sueño lúcido”, destacando que para hacer aparecer este sueño, era necesaria la concentración por parte del sujeto.
En contacto con Puységur inicia su actividad como hipnotizador y pronto constata lo innecesario del magnetismo animal para explicar los fenómenos hipnóticos. Así considera que es la sugestión verbal la responsable de los efectos observados y desarrolla diversos métodos y técnicas para aplicarla. En esto influirá decisivamente en autores como Liébault y Bernheim precursores de la hipnosis como es considerada en el momento actual. Faria hizo, además, otras dos aportaciones sustanciales. La primera fue la consideración del por él denominado “sueño lúcido” como un fenómeno natural y nada extraordinario ni ajeno a la realidad humana. La segunda fue la aceptación de que los fenómenos observados no dependen de causas externas (magnetismo, electricidad, etc.), sino que “residen” en el propio sujeto, en su disposición y aceptación a ser influenciado. Esta vuelta a la realidad, a no buscar causas externas antinaturales no le sirvió para evitar ese halo de charlatanería al que fueron asociados los seguidores de Mesmer, que quedó caracterizado de forma pintoresca en el personaje del “abate Faria” que Alejandro Dumas introdujo en El Conde de Montecristo.
Jules Germain Cloquet (1790-1883):
Médico francés que se interesó en nuevos métodos terapéuticos, como el hipnotismo y la acupuntura. Llegó a aplicar esta última técnica en Saint-Louis y escribió un tratado sobre el tema. Sus colegas, no obstante, no se tomaron demasiado en serio este procedimiento.
El 12 de abril de 1829, el Doctor Cloquet realizó una mamectomía bajo hipnosis profunda con éxito a una paciente de 64 años. A partir de esa fecha, se practicaron infinidad de intervenciones quirúrgicas bajo hipnosis, teniendo en cuenta, que por entonces no existía aún la anestesia química. Todas estas operaciones tuvieron éxito, se hicieron sin dolor y no tuvieron complicaciones postoperatorias.
John Elliotson (1791-1868):
En 1837 el Dr. John Elliotson uno de los médicos de mayor reputación en Inglaterra y el primer Profesor de Medicina en el recientemente inaugurado Hospital Universitario anexo a la Universidad de Londres, se transformó en un ardiente partidario de la apenas conocida ciencia del mesmerismo. John Elliotson se interesó en el magnetismo a través de Richard Chenevix, un estudiante de Faria, y aprendió del Barón Jules Dupotet. Elliotson en 1843, publicó un trabajo donde describía numerosos casos quirúrgicos sin dolor, la anestesia todavía no se había inventado. Aplicó la hipnosis como anestesia en operaciones quirúrgicas importantes.
Durante largos años publico el Zoist, una revista científica en la cual se dieron a conocer numerosas operaciones sin dolor y otros fenómenos del mesmerismo.
James Braid (1795-1860):
Un cirujano y oculista escocés llamado James Braid investigó, por primera vez de manera científica, el fenómeno del sueño provocado por un magnetizador.
Braid propuso que los imanes y el magnetismo no eran los responsables del estado hipnótico y la consecuencia de las curaciones. Braid utilizó la palabra “hypnos” que en griego significa sueño y explicó la naturaleza de este estado hipnótico, excluyendo la existencia de fluidos magnéticos emanados de las manos o de los ojos del magnetizador. Ya que Braid era un oculista creyó que la fijación de la mirada en un punto luminoso cansaba los músculos alrededor de los ojos y que esta fatiga producía el estado hipnótico.
Como médico tuvo conocimiento de los fenómenos hipnóticos y le sorprendió la dificultad de los sujetos para mantener los ojos abiertos. Él que entre sus actividades médicas y quirúrgicas se encontraba la oftalmología y más concretamente la corrección del estrabismo, pensó que el cansancio producido por la fijación ocular producía unas alteraciones en el sistema nervioso que facilitaban el sueño. De este modo y mediante un procedimiento “físico” se podía inducir el estado hipnótico en lo que vino a denominarse el “sueño nervioso”, frente al “sueño lúcido” de Faria. Braid diferenciaba el “sueño nervioso” del sueño convencional y lo utilizó con fines terapéuticos concretamente para el control del dolor, en lo que constituye una puerta a las aplicaciones clínicas de la hipnosis.
Con las aportaciones de Faria y Braid se rechaza al magnetismo, electricidad y otras explicaciones similares como provocadores de la hipnosis y se acepta que es la participación efectiva del sujeto la que pone en marcha el fenómeno. Que dicho fenómeno puede ponerse en funcionamiento mediante la palabra o por acción de determinados cambios fisiológicos, inducidos mediante instrucciones verbales.
El método de Braid consistía en presentar un objeto brillante luminoso que podía ser un prisma, una bola de cristal… ante los ojos del sujeto, un poco por arriba de la base de la nariz, al nivel de la frente.
La fijación de la mirada en estos objetos traía como consecuencia cansancio en los músculos elevadores de los párpados, en un tiempo más o menos corto, que obligaba a cerrar los ojos por el parpadeo y la fatiga ocular que inducía el sueño.
Braid utilizó el término “hipnoscopio” para designar al instrumento que empleaba para hipnotizar, que era cualquier objeto brillante.
Fueron tan importantes los descubrimientos de Braid y tan efectiva su técnica, que actualmente todos los métodos para hipnotizar que se basan en la fijación de la mirada se conocen como método de Braid.
La gran contribución de Braid fue agrupar bajo un término científico todos los fenómenos que aparecían en lo que erróneamente se llamaba magnetismo animal.
Fue muy significativa en el desarrollo de la hipnosis la creación de su método de fijación de la mirada, que tiene una gran efectividad y es bastante utilizado actualmente por muchos profesionales de la hipnosis, ya que en realidad la fijación de la mirada provoca cansancio y agotamiento de los músculos elevadores de los párpados, lo que conduce al sueño.
Los descubrimientos de Braid permitieron que la hipnosis saliera del campo mitológico y sobrenatural que hasta entonces la identificaba.
James Esdaile, (1808-1859):
Médico cirujano británico conocido como el padre de la anestesia hipnótica. Su método se utilizaba antes de la invención del cloroformo. Llevó a cabo en Calcuta 19 amputaciones y trescientas operaciones mayores usando tan sólo anestesia magnética. Pero a pesar de los excelentes resultados obtenidos y las opiniones favorables por parte de diversas comisiones médicas, se le acabó prohibiendo oficialmente el uso de la hipnosis en la ejecución de sus intervenciones. En el transcurso de su trabajo, Esdaile comprobó un fenómeno que permanece inexplicado aún en nuestros días. En su época, la mortalidad por infección post-operatoria alcanzaba el 50%, sin embargo en las intervenciones que utilizaban anestesia hipnótico-magnética, este porcentaje descendía hasta tan sólo un 5%, hecho que fue constatado por los científicos de la época.
Pierre Paul Broca (1824-1880):
Fue médico, anatomista y antropólogo francés. Niño prodigio de su época, consiguió graduarse simultáneamente en literatura, matemáticas y física. Ingresó a la escuela de medicina cuando tenía sólo 17 años y se graduó a los 20, cuando la mayoría de sus contemporáneos apenas comenzaban sus estudios médicos.
Broca se hizo famoso por el descubrimiento del centro del habla (ahora conocido como el área de Broca, o tercera circunvolución del lóbulo frontal).
El 5 de diciembre de 1859 Broca practica en el hospital Necker de Paris una operación bajo anestesia hipnótica de la que da cuenta delante de la Academia de las Ciencias poco después, con ello lanzó la hipnosis al mundo médico actual.
Liébeault, Bernheim y Charcot:
Las dos escuelas “La Escuela Psicológica de Nancy” y la “Escuela Neurofisiológica de Paris del hospital la Salpetrière”.
• Ambroise August Liébeault (1823-1904): Nació en la aldea de Fariéres, en la Lorena, y estudió medicina en la Universidad de Estrasburgo. Ejerció como médico general, primero en una pequeña localidad cercana a Nancy, y posteriormente en esta ciudad. Siendo todavía estudiante, tras la lectura del informe de la Academia de Medicina de París de 1831, se interesó por el magnetismo animal e inició algunas experiencias que fueron interrumpidas por sus profesores. En los años cincuenta, cuando comenzó su ejercicio profesional, la práctica del magnetismo había quedado relegada en Francia al nivel de los curanderos. A pesar de ello, se dedicó a analizar sus posibilidades terapéuticas, siguiendo la recomendación de estudiar rigurosamente los fenómenos “magnéticos”, que tres décadas antes habían hecho dos personalidades médicas tan prestigiosas como Georget y Rostan. Utilizó en primer término el método habitual de los magnetizadores para producir el “sueño artificial”, en el que encontró inconvenientes, como una gran lentitud. Pasó a ensayar el método de Braid, que consideró inferior y proclive a ocasionar algunos accidentes. Finalmente introdujo la sugestión verbal, ya utilizada por el abate Faria, principal fundamento de su propio método: “A partir de esta reforma capital en mi manera de hipnotizar, mis enfermos se durmieron tranquilamente y con mucha mayor rapidez”. Incorporó también la sugestión colectiva: “Hipnotizamos a nuestros pacientes en grupos de quince o veinte, produciéndose así un ambiente propicio a la aparición de los efectos, el necesario entrenamiento y una actitud confiada y favorable de los enfermos”. Con su demostración de que podían ser hipnotizadas personas psíquicamente normales fue uno de los principales argumentos que Bernheim opuso al concepto de “neurosis provocada” formulado por Charcot.
En el procedimiento de Liébeault, basado en la contemplación con la ayuda de la mirada, en la sugestión verbal y el instinto de imitación, la fijación de la mirada (en un objeto o en los ojos del hipnotizador) no tiene la función primordial que le había atribuido Braid. Su única finalidad era lograr, por la concentración de la atención en el órgano de la vista, un estado inicial de inercia del cerebro, haciéndolo más sensible a la sugestión. Lo fundamental es la sugestión verbal, bien mediante una orden imperiosa, tal como hacía Faria, o todavía mejor, anunciando repetidas veces en voz baja la aparición de los principales síntomas del estado inicial del sueño: “Así por una sugestión múltiple, pero tendiendo al mismo fin, la idea de dormir se insinúa poco a poco en la mente y acaba por quedar fija en ella”. Liébeault no se atribuyó en ningún momento la originalidad del método, que presentó como el resultado de combinar los elementos más adecuados de los anteriores, en especial el de Faria: “Al procedimiento ya conocido por los magnetizadores durante largo tiempo, añadimos la sugestión del sueño, ya utilizada por el abate Faria”.
En 1866, Liébeault expuso los resultados de tres lustros de experiencias en el libro “Du sommeil et des états analogues considerés surtout au point de vue de l’action du moral sur le physique” (Sobre el sueño y estados análogos considerados sobre todo desde el punto de vista de la acción de lo moral sobre lo físico). Volvió a defender que los fenómenos “magnéticos”, especialmente el sonambulismo, son procesos fisiológicos naturales. Faria, con un criterio descriptivo, había hablado de “sueño lúcido”. Braid, subrayando su dependencia de modificaciones cerebrales, de “sueño nervioso”. Liébeault, situando en primer plano su causa, prefirió denominarlo “sueño provocado”. Para explicar el mecanismo psicosomático de la sugestión, concedió gran importancia a la atención como “fuerza activa procedente del cerebro” que, por una parte, a través del sistema nervioso permite el funcionamiento de los órganos de los sentidos, dando lugar a las sensaciones y las percepciones; por otra, actuando sobre la información ofrecida por los sentidos, conduce a las ideas y, por lo tanto, al pensamiento, que consiste fundamentalmente en “la reacción de la atención sobre las ideas recordadas”. La propiedad de la atención de “condensarse allí donde es llamada y disminuir al mismo tiempo en otros puntos” condiciona dos formas distintas de los efectos de la “fuerza nerviosa” en el organismo: el “estado libre o activo”, propio de la vigilia máxima, y el “estado de acumulación o pasivo”, propio del sueño y de situaciones análogas. La clave explicativa de los fenómenos hipnóticos reside en que la sugestión, actuando en situaciones de “estado pasivo”, produce desplazamientos de la “fuerza nerviosa”.
La edición original del primer libro de Liébeault pasó inadvertida, ya que hasta 1882 sus estudios no fueron descubiertos por el profesorado de la Facultad de Medicina de Nancy. Por el contrario, tras el enfrentamiento entre Bernheim y Charcot, la segunda edición (1889) y la traducción al alemán (1892) se difundieron ampliamente en los ambientes médicos académicos de toda Europa. El mismo año de su jubilación publicó un segundo libro con el significativo título de “Therapéutique sugestive” (1891), que debe considerarse uno de los hitos más importantes del proceso de constitución de la psicoterapia. La introducción definitiva de la sugestión verbal como tratamiento fue consecuencia directa de su análisis de los procedimientos que habían utilizado magnetizadores e hipnotizadores:
“Después de haber empleado los métodos más comunes, insuflaciones, pases, consultas a los sonámbulos, tratamientos por ellos prescritos y, finalmente, la sugestión, me he quedado con este último, que los comprende a todos y que resume su quintaesencia”.
En este aspecto, la obra de Liébeault no sólo superó los planteamientos de Faria, sino también los de Braid, para quien la sugestión tenía solamente una función indirecta en la producción de los fenómenos.
Sin embargo, Liébeault no se redujo a introducir la “terapéutica sugestiva” y a demostrar su eficacia en miles de casos, ya que la fundamentó en un intento de teoría psicogénica. El capítulo inicial de su segundo libro está dedicado a explicar “cómo ciertas enfermedades nacen moralmente y cuál es su mecanismo dinámico de formación y mantenimiento”. Dando por incuestionable su existencia, afirma que dependen básicamente de la formación de una “idea fija persistente” en “estados pasivos”, es decir, de inercia de la mente. Según sea el origen de esta última, admite tres modos posibles de aparición de fenómenos patológicos: la fijación de la atención en una idea sin acompañamiento emotivo, por imitación o “contagio psíquico”, el nacimiento de la idea morbosa en la situación psíquica creada por una emoción brusca y su desarrollo en la originada por una emoción persistente. Este mecanismo no solamente contribuye a producir las enfermedades consideradas “nerviosas”, sino también orgánicas con lesiones anatómicas, cuyo eslabón patogénico es la acumulación o disminución de la “fuerza nerviosa” en ciertos plexos vegetativos, con los consiguientes trastornos de las funciones y alteraciones locales de los órganos. “Desde la simple dispepsia hasta el cáncer (concluye) surgen en una pléyade de enfermedades ecos amplificados de la acción de la mente”. El mantenimiento del proceso morboso se realiza a través de un círculo vicioso en torno a la “idea fija central”, ya que:
“Una vez ocupada la mente por la idea fija de que se está realmente enfermo de una afección grave en una parte cualquiera del cuerpo, se establece un circuito de donde no es fácil salir. Es la serpiente que se muerde la cola, es el mal que vive del mal”.
Según Liébeault, en estos mecanismos psicogénicos influye la predisposición individual, en parte hereditaria y en parte adquirida, a “caer en estados de inercia mental”, de donde deduce la idea de su prevención, de una especie de higiene mental destinada a conseguir la fortaleza frente a las sugestiones propias y ajenas.
El segundo capítulo del libro se ocupa de “encontrar las circunstancias de las curaciones por acción del pensamiento sobre el organismo y conocer los modos funcionales de estas curaciones, su ley”. Se producen por un mecanismo inverso al que da lugar a la aparición de alteraciones patológicas, mediante la “sustitución de una idea fija morbosa por una idea fija de la curación”, acompañada de modificaciones fisiológicas consistentes en desplazamientos de la atención con el consiguiente aumento o disminución de la “fuerza nerviosa” en la parte afecta. Liébault considera que la explicación del mecanismo de las curaciones psíquicas espontáneas no tiene en sí misma significación terapéutica. Lo realmente nuevo e importante es disponer de un método para reproducirlo:
“Si se prueba que se pueden reproducir artificialmente con finalidad terapéutica las mismas reacciones mentales en sentido inverso que las que favorecen la formación de un gran número de enfermedades, situándose por consiguiente en las condiciones de la naturaleza curativa por influencia psíquica, el método racional de curar por medio de la mente no puede tardar en entrar en la ciencia”.
• Hippolite-Marie Bernheim (1837-1919): Psiquiatra nacido en Alsacia, era profesor agregado de la facultad de Medicina de Estrasburgo, en el último cuarto del siglo XIX, cuando contactó con un médico rural, Liébeault, el cual había desarrollado un método hipnótico muy parecido al que hoy en día empleamos. Se apartaba completamente de las turbias teatralidades del método mesmeriano.
Juntos crearon la “Escuela psicológica de Nancy”, auténtica pionera en el estudio de la hipnosis, y opuesta a la “Escuela neurofisiológica de París” del Hospital de la Salpetrière, en la que el neurólogo francés más importante de aquellos tiempos, Charcot, impartía sus lecciones de neurología, pero también de psiquiatría e hipnosis. La doctrina de Charcot era que solamente se podía hipnotizar a los enfermos histéricos (lo cual es un notorio error). Pero su fama como neurólogo era tal, que por sus aulas pasaron alumnos que, con el tiempo, serían grandes médicos (Sigmund Freud, entre ellos).
La escuela de Nancy, menos laureada en su época, trabajó de forma más callada. Las publicaciones de Bernheim son predecesoras de la moderna medicina psicosomática, y de las aplicaciones de la hipnosis en este tipo de enfermedades.
El profesor estrasburgués no utilizaba ningún procedimiento técnico auxiliar; trataba de sugerir verbalmente al paciente que estaba entrando en sueño hipnótico, usando sólo la palabra. Consideraba que parte de lo que se puede hacer con las personas hipnotizadas está supeditado únicamente a la sugestión; es decir, que desde la preparación del paciente hasta los efectos posthipnóticos dependen de la misma.
Estimaba la posibilidad de despertar recuerdos que al parecer estaban completamente borrados en el paciente. Esto demostraba que bajo la hipnosis la conciencia no está abolida, que la persona hipnotizada no obra como un autómata inconsciente, sino que ve, oye y sabe lo que hace.
Su método consistía en poner al paciente sentado o tendido, indicándole como aspecto fundamental una relajación de la musculatura estriada y apartar de su espíritu todo temor o pensamiento desagradable. La mirada del hipnotizador se dirigía hacia los ojos del paciente, repitiéndole de manera algo imperativa que poco a poco experimentaría una especie de entorpecimiento que le haría sentir pesados sus párpados, bajo el influjo de la somnolencia, hasta llegar a sentir un deseo irresistible de dormir.
La entrega de Bernheim al estudio y a la investigación le permitió que en un periodo de cuatro años acumulaba 5.000 casos, de los cuales hipnotizó a el 75%. Posteriormente llegó a tener 10.000 casos donde el 83% fueron hipnotizables.
Bernheim, no contento con estudiar la sugestión hipnótica y su relación con el sueño, creó una metódica de sugestiones que consideraba como positivas y negativas con fines terapéuticos. Dentro de estas sugestiones se encontraba la sensación de bienestar o de desaparición de los síntomas.
Él pretendía comprender a sus pacientes partiendo de las motivaciones de los mismos y del descubrimiento de fenómenos psicológicos provocados en estado hipnótico, principalmente en aquellos casos donde estaba presente la sugestión posthipnótica.
En 1884 Bernheim publicó un libro de gran importancia, “De la suggestion dans l’ état hipnotique et dans l’ état de veille”, en el que aparecía definida la sugestión en forma más precisa, hasta llegar al término de heterosugestión, el cual se emplea actualmente para definir el tipo de sugestión que se utiliza en la hipnosis humana.
Bernheim definía la hipnosis como un estado especial, producido artificialmente y que ponía en estado exaltado en diversos grados la sugestibilidad, o sea, la actitud para sufrir el efecto de una idea y poder ejecutarla. Juzgaba que para que la sugestión hipnótica tuviera efecto y se pudiera trabajar con ella, era necesario que existiera en el paciente una disposición o receptividad cerebral, y afirmaba que en un elevado porcentaje de personas se podía encontrar esta condición, por lo que no era posible reducir la hipnosis a pacientes neuróticos e histéricos como sostenía Charcot, quien había sido su profesor y en aquel entonces era su colega, y que gozaba de gran autoridad en la materia, pues era la principal figura de la Escuela de París.
Para Bernheim, el trance hipnótico no era más que un estado de sugestibilidad exaltada que puede producirse con sueño o sin él; es decir, consideraba la sugestión como un acto por el cual una idea se introduce en el cerebro de los pacientes a través del receptor auditivo.
La Escuela de Nancy (Bernheim y Liébeault):
Las investigaciones realizadas por los científicos de la Escuela de Nancy permitieron un salto cualitativo en el estudio de la hipnosis, lo que trajo como consecuencia la autorización para que fuera incluida en la clínica general y neurológica como una forma oficial de tratamiento. Esto constituye para la hipnosis un reconocimiento y por primera vez, una aceptación oficial de su uso, que hasta ese momento era prácticamente un método prohibido o por lo menos de utilización clandestina.
A pesar de que Bernheim y Liébeault estaban juntos en las investigaciones, existían algunas diferencias entre ellos. Para Liébeault la sugestión era un fenómeno propio de los estados hipnóticos. Bernheim, en cambio, tenía una concepción más amplia y consideraba que la sugestión estaba presente también en estado de vigilia, pudiendo ser utilizada en el mismo.
El desarrollo científico-técnico actual confirma que Bernheim tenía razón, pues la sugestión es la utilización de recursos psicológicos que pueden ser empleados en pacientes que se encuentran en vigilia, aunque no es menos cierto que el efecto es mucho mayor en estado hipnótico.
La Escuela de Nancy, se oponía a la Escuela de París en las concepciones sobre la hipnosis. Charcot sostenía una teoría exclusivamente somática, que reducía la hipnosis a histeria y la consideraba como una forma de neurosis experimental, mientras que Bernheim consideraba la hipnosis como sugestión, lo que demuestra la superioridad científica de su teoría respecto a la de Charcot.
Los aportes que realizaron Bernheim y sus colegas en la Escuela de Nancy a la hipnosis son extraordinarios. Solamente el haber demostrado que Charcot no tenía razón al plantear que la hipnosis y la histeria eran semejantes, facilitó un desarrollo, pues los médicos de la época no la querían utilizar para evitar que sus pacientes se ganaran el cuño de histéricos.
No es posible hablar de la hipnosis como forma de tratamiento sin mencionar el aporte extraordinario que brindó Bernheim mediante sus trabajos significativos, así como la importancia de sus artículos y libros.
• Jean Martin Charcot (1825-1893): Charcot era un prestigioso neurólogo francés de la histeria. Charcot y sus ayudantes hipnotizaban a los enfermos con las técnicas que habían aprendido del marqués de Puyfontaine. Los enfermos solían vivir crisis violentas, y en muchos casos los síntomas desaparecían.
Prestigioso médico de los recién creados hospitales, e investigador de la neurología clínica considera que la hipnosis tiene interés en sí misma y la caracteriza como tres estados nerviosos sucesivos: letárgico, cataléptico y sonambúlico. Charcot formará escuela: la escuela de la Salpêtrière, prestigioso hospital parisino en el que crearía el primer servicio de neurología moderno.
Para Charcot la hipnosis, tanto como fenómeno en sí como método de estudio, se circunscribe en un ámbito estricto y reduccionistamente neurológico. En consecuencia el uso de la palabra y de la sugestión es rechazable y, en todo caso, reductible a alguna forma imperfecta de poner en marcha determinado tipo de reflejos. Este exceso de referencia neurológica y de objetivación física fue el principal problema de la obra de Charcot.
En 1878 Charcot dirigía sus investigaciones hacia la neurología y la neuropatología. Posteriormente dedicó todos sus esfuerzos al estudio de la histeria y de los fenómenos hipnóticos.
Fueron numerosas las investigaciones realizadas en la Salpetriére; allí surgió el planteamiento de que la hipnosis pasaba por tres períodos o fases a los que Charcot llamó: letargia, catalepsia y sonambulismo. Sus planteamientos iban dirigidos a demostrar que la hipnosis no era más que un estado especial de la histeria, producida de manera artificial, y que las tres fases de la hipnosis tenían su contrapartida en las manifestaciones histéricas; es decir, que la hipnosis era una neurosis histérica inducida artificialmente.
La hipnosis dejaba de ser para la Escuela de París una influencia psíquica del hipnotizador, para convertirse única y exclusivamente en una peculiaridad somática de la persona hipnotizada. Esto trajo como consecuencia que se estableciera una especie de semejanza entre hipnosis e histeria, y se concibió como un estigma, como una tendencia excepcional para reaccionar.
Aunque el desarrollo científico-técnico alcanzado a través de la historia demuestra que Charcot estaba equivocado, no es menos cierto que él mismo se esforzó y luchó por lograr respeto clínico hacia la histeria y la hipnosis.
Charcot intentó establecer una relación entre los síntomas histéricos y una predisposición a los trastornos neuropatológicos, poniendo especial interés en destacar los factores hereditarios y constitucionales en la susceptibilidad, tanto a la histeria como a la hipnosis. Esto era la justificación del porqué los seguidores de la Escuela de París se esforzaban en buscar en las personas hipnotizadas aquellos signos físicos que pudieran explicar los fenómenos de la hipnosis.
El método utilizado por Charcot consistía en la aplicación de un estímulo intenso que provocaba sobresalto y miedo, para crear una atracción de la atención y proseguir a continuación con la sugestión.
En la clínica de Charcot, la hipnosis profunda era precipitada por un destello cegador y repentino de una lámpara de calcio, por la nota inesperada de un gran diapasón o por el sonido de un gong, con su efecto sugestivo sobre el sistema nervioso. Esta técnica provocaba que en los salones de la Salpetriére cayeran en catalepsia rígida numerosos pacientes.
Otro de los métodos para hipnotizar utilizados por la Escuela de París era la aplicación del sonido monótono del tambor africano, para producir una hipnosis más profunda.
La fama y el prestigio de Charcot provocaron que de todas partes del mundo llegaran discípulos para prepararse y estudiar con él, entre los que se encontraban, por mencionar algunos, Bernheim, quien se apartó por completo de sus concepciones y fundó más tarde la Escuela de Hipnosis de Nancy; el creador del psicoanálisis, Freud y otros.
Charcot fue, sin duda, una figura paradójica. Era un magnífico neurólogo y dedicó la mayor parte de sus estudios e investigaciones a la solución de un problema de gran significación: la histeria postraumática y su etiología física. Consideraba que las contradicciones que aparecían eran atribuibles a la experiencia mental del accidente y no precisamente al impacto físico del sistema nervioso.
Sus aportes brindaron una sorprendente demostración de la psicopatogenia de la histeria, aunque en la actualidad se ha comprobado que en su teoría había innumerables errores.
El prestigio científico que poseía mantuvo el interés por el hipnotismo al mismo tiempo que formó discípulos que contribuyeron grandemente al desarrollo científico de la hipnosis.
Pero no es menos cierto que hacer de dicha técnica sinónimo de una entidad nosológica creó un ambiente de oposición a la utilización de la hipnosis. Los pacientes se negaban a ser hipnotizados para evitar que les pusieran la etiqueta de histéricos, y muchos médicos tampoco utilizaban la hipnosis para evitar que sus pacientes se sintieran diagnosticados como tales. Es decir, que la semejanza que estableció la Escuela de París, entre hipnosis e histeria, provocó recelo científico en cuanto a la utilización de esa técnica de tratamiento.
Ha sido tan difundida esta conceptualización, que incluso actualmente algunos médicos y profesionales que no tienen una adecuada información, cuando se les habla de hipnosis se representan automáticamente la similitud con la histeria de la Escuela de la Salpetriére, llegando a considerar que son los histéricos los únicos hipnotizables.
Mientras que para Charcot la hipnosis era un estado de histeria, para Bernheim representaba un estado de sugestión. De ahí que llegara a decir que sólo en la Salpetriére encasillaban a los sujetos sugestionables como histéricos.
Charcot conceptualizó la hipnosis como un estado especial dado por la fascinación sensorial que permite lograr en cada persona hipnotizada, estados diferenciados por las profundas transformaciones que se operan en la mente y el comportamiento humano y son: el letargo, la catalepsia y el sonambulismo.
El enfrentamiento entre las dos Escuelas de Hipnosis (“Escuela de Nancy”, Bernheim, contra la “Escuela de Paris”, Charcot):
Entre Charcot y Bernheim surgió una gran rivalidad. Por un lado estaba la Escuela de París, dirigida por Charcot con su personalidad prepotente, intransigente y dogmática. Se le enfrentaba la Escuela de Nancy, con Bernheim al frente, la cual en sus métodos sólo utilizaba la sugestión verbal, pues afirmaba que desde la preparación del paciente hasta los efectos posthipnóticos, todo el proceso dependía de la sugestión.
Bernheim señalaba que nunca había sido capaz de provocar en sus pacientes hipnotizados las tres fases descritas por Charcot, y que sólo en una ocasión había podido observar en una paciente los periodos de letargia, catalepsia y sonambulismo y eso porque se trataba de una joven que había permanecido tres años en la Salpetriére. En opinión de Bernheim, ese caso se debía al entrenamiento especial por medio de manipulaciones y por la imitación de los fenómenos que la joven había visto en otros individuos de la misma escuela. Según su interpretación, se producía la imitación con manifestación de fenómenos reflejos, en un determinado y típico orden, y eso ya no se trataba de hipnotismo natural, sino del producto del entrenamiento de una auténtica neurosis hipnótica sugestiva.
La posición de Bernheim creó tanta indignación en Charcot, que éste prohibió que se hablara del asunto en la Salpetriére. Incluso, de sólo escuchar el nombre de la Escuela de Nancy, cambiaba su tono afectivo y se ponía furioso.
De la controversia entre la Escuela de París, que manifestaba como factor decisivo en la hipnosis los reflejos somáticos, y la de Nancy, que afirmaba que el factor decisivo en la hipnosis era la sugestión psíquica, triunfó esta última escuela, que pudo convencer a la comunidad científica de que la gran variedad de manifestaciones que se producían, desde los trances y las crisis descritas por Mesmer, los estados sonambúlicos estudiados por Puységur y el abate Faría, hasta los tres períodos descritos por Charcot, eran provocados por la sugestión.
En este histórico y clásico enfrentamiento debemos profundizar en los aspectos teóricos más importantes de cada uno de ellos.
Primero: Charcot consideró que en la estructura de todo fenómeno hipnótico se incluían tres elementos:
a. Letargo.
b. Catalepsia.
c. Sonambulismo.
Bernheim se opuso a esta formulación, pues según él todo lo observado por Charcot era una simple fábula, que no resultaba fácil (a pesar de que había hipnotizado a más de 5.000 sujetos) hallar esa estructura y que si bien había podido corroborar ocasionalmente algún estado de letargo, catalepsia, sonambulismo o ambos, se había debido al previo condicionamiento que poseían algunos sujetos por haber pasado por la Clínica de la Salpetriére, donde adquirieron una cierta aptitud – actitud sugestiva.
Segundo: Se estima que Bernheim tuvo un basamento tremendamente fuerte para sustentar sus ideas y muy sobradas razones para no reducir la histeria a un acto hipnótico, pero le faltó visión para comprender cuán real era la observación hecha por Charcot en cuanto a la estructura, pues aunque no siempre se llega a una fase sonambúlica o cataléptica, son estadios por los que puede pasar un individuo bajo hipnosis, según ésta sea profunda, intermedia o leve.
Debe partirse del hecho de que este enfoque responde a los criterios de la hipnosis clásica en función del nivel de trance que se logre con el sujeto hipnotizado.
Los tres estados postulados por Charcot:
Los hipnotizadores, no son personas que tengan un “poder” especial innato o adquirido para someter a su voluntad a otros. Simplemente aplican unas técnicas que llevan al inducido hasta el estado hipnótico.
• Estado letárgico o trance ligero: Ello sucede progresivamente, pasando de un estado más ligero o trance superficial en el que el sujeto relaja la musculatura de su cuerpo en general.
• Estado cataléptico o trance medio: Posteriormente, cuando la persona se relaja más y su cuerpo se abandona, pudiendo llegar a un estado de rigidez total, en el que podemos por ejemplo, poner a la persona entre dos puntos de apoyo, como si fuera una tabla.
• Estado sonambúlico o trance profundo: Finalmente, el trance más profundo en el que el individuo es capaz de abrir los ojos sin salir del sueño hipnótico, aceptando todas las sugestiones que le imponga el hipnotizador.
La hipnosis, considerada desde la teoría patológica de la Escuela de París, pasa por las tres etapas o períodos o estados postulados por Charcot.
James, Prince y Sidis en EEUU. Janet, Breur, Freud y Coué en Europa. Pávlov, Béjterev y Platonov en Rusia:
El interés de la hipnosis se mantuvo en los Estados Unidos a través de escritos de William James, Morton Prince y Boris Sidis, interesados por las extrañas manifestaciones de ciertos pacientes histéricos con doble personalidad, o con personalidad múltiple. En Europa, Janet acuñó el concepto del inconsciente y usó la hipnosis como un método para acceder a las capas más desconocidas de la conciencia. Breuer y Freud empleaban la regresión hipnótica como base para llegar al análisis de los contenidos inconscientes traumáticos. Freud abandonó más adelante la técnica, al desarrollar el método psicoanalítico, si bien en sus últimos años reconoció la validez de la hipnosis como un método eficaz. Coué autor del método curativo basado en la autosugestión, profundizó en la hipnosis y en la autohipnosis. En Rusia Pávlov le dio a la hipnosis una base fisiológica y con esto la convertía en una técnica con una fuerte sustentación materialista. Béjterev fundador junto con Pávlov de la escuela reflexológica rusa, fue quien desarrolló la idea sobre la hipnosis como una singular modificación del sueño natural. Plátonov realizó valiosos aportes al desarrollo científico de la hipnosis y la sugestión.
James, Prince y Sidis en EEUU:
• William James (1842-1910): Filósofo estadounidense con una larga y brillante carrera en la Universidad de Harvard, donde fue profesor de psicología. Representó un influyente papel en la difusión del pragmatismo. También trabajó con la hipnosis.
En el apogeo de su carrera profesional, en 1890, James produce tal vez el texto más importante aún disponible en la disciplina, sus dos volúmenes “Principios de la Psicología”.
Entre 1890 y 1902, revisó la literatura francesa y alemana sobre la psicopatología experimental y continuó los experimentos sobre hipnosis, escritura automática y otros fenómenos de disociación que había comenzado a finales de 1880.
Llegó a ser un intermediario de los más modernos desarrollos de la psicología experimental francesa del subconsciente y mantuvo correspondencia con Pierre Janet y Théodule Ribot sobre problemas relacionados con la patología de las emociones.
Los títulos de sus conferencias eran: Sueños e hipnotismo, Automatismo, Histeria, Personalidad múltiple, Posesión demoniaca, Brujería, Degeneración, y Genialidad. Las cuatro primeras proclamaron a James como el maestro de una moderna psicología dinámica del subconsciente, mientras el resto relacionaban el trabajo patológico del subconsciente con la esfera social.
• Prince Morton (1854-1929): Psiquiatra y psicoterapeuta norteamericano contemporáneo de Sigmund Freud y Théodore Flournoy. Morton Prince ocupa en la historia del psicoanálisis en los Estados Unidos el mismo lugar que Pierre Janet en Francia; es decir, adversario declarado del Freudismo, pero brillante partidario de la hipnosis. Fue uno de los pioneros de la escuela bostoniana de psicoterapia, donde alrededor de William James, James Jackson Putnarn, Josiah Royce y algunos otros, entre 1895 y 1909 se elaboró el método de tratamiento de las enfermedades nerviosas más racional y científico del mundo anglosajón.
• Boris Sidis (1867-1923): Psicólogo, psiquiatra y médico, fue pionero de la psicopatología. Su esposa Sarah Mandelbaum fue una de las primeras mujeres médico de la historia. Llegados desde Rusia a los Estados Unidos, eran una pareja de una inteligencia asombrosa.
Boris Sidis estudió con William James en La Universidad de Harvard. Estaba interesado por las extrañas manifestaciones de ciertos pacientes histéricos con doble personalidad, o con personalidad múltiple. Boris formuló la ley de la sugerencia.
Fueron los padres de William James Sidis (1898-1944) considerado como una de las personas más inteligentes que jamás haya existido, con un coeficiente intelectual estimado de entre 250 y 300. El rango de una persona considerada normal se encuentra entre 90 y 110. Sirva como comparativa el coeficiente intelectual (CI o IQ en inglés) de genios reconocidos como Einstein con 160 o Isaac Newton 180-190.
Su padre aplicó sus propios conocimientos de psicología en él, para promover una alta capacidad intelectual.
El joven James podía leer el New York Times a la temprana edad de 18 meses, y a los ocho años conocía 8 idiomas (latín, griego, francés, ruso, alemán, hebreo, turco y armenio) e inventó uno, al cual llamó Vendergood a los 7 años. En solo tres tías cursó el tercer grado de primaria. Escribió cuatro libros de anatomía y astronomía entre los 4 y los 8 años. Antes de cumplir los 8 años fue aceptado en el MIT (Massachussetts Institute of Technology), y a los 11 años ingresó en la Universidad de Harvard. Convirtiéndose en la persona más joven en ingresar a dicha universidad. Brilló en el campo de las matemáticas. A los 16 años se graduó en medicina. Fue capaz de hablar cerca de 200 idiomas hasta su muerte. También predijo la antimateria y los agujeros negros en el año 1925.
William James Sidis murió en 1944 de una hemorragia cerebral en Boston a la edad de 46. Su padre había muerto de la misma enfermedad en 1923 a los 56 años.
Janet, Breur, Freud y Coué en Europa:
• Pierre Janet (1859-1947): Fue un psicólogo y neurólogo francés que hizo importantes contribuciones al estudio moderno de los desórdenes mentales y emocionales, como la ansiedad, las fobias y otros comportamientos anormales. Fue director del laboratorio de psicología patológica de la Salpétriére. Investigó el papel de las emociones en los trastornos orgánicos y fue uno de los fundadores de la medicina psicosomática. Sin embargo, Janet insistió en que la hipnosis podía buscar pero no curar el origen de las enfermedades.
Pierre Janet consideró la hipnosis como un estado de disociación de la conciencia. Para él, en el trance hipnótico hay dos psiquis: una en relación con la conciencia y la voluntad y otra sin voluntad ni conciencia, pero capaz de acometer complejas actividades.
En 1895 Janet rechazó con mucha dureza los trabajos de Freud (psicoanálisis). Su actitud dió origen a una corriente antifreudiana particularmente virulenta, la cual sostenía que Freud se había apropiado de los conceptos de Janet dándoles un nuevo nombre y que su doctrina era la expresión de un espíritu vienés obsesionado por la sexualidad. En Londres, en 1913, se reunieron todos los representantes de la psiquiatría dinámica (de Suiza, los Estados Unidos y Gran Bretaña) en ocasión del XVII Congreso Internacional de Medicina. Al informe presentado en esa oportunidad, Janet lo tituló “La psychoanalyse”. Según él, Freud y Breuer habían cambiado algunas palabras en su descripción psicológica. “Ellos llaman psicoanálisis a lo que yo denominé análisis psicológico. Ellos le pusieron el nombre de complexus a lo que yo denominé sistema psicológico, para designar el conjunto de los fenómenos psicológicos y movimientos de miembros o de vísceras que se asocian en la constitución del recuerdo traumático. Ellos bautizaron como catarsis lo que yo llamé disociación o desinfección moral”. Janet consideró a Freud y Breuer como plagiarios y al psicoanálisis como una obscenidad vienesa.
• Josef Breuer (1842-1925): Fue un fisiólogo y psicólogo austriaco, creador del método catártico para el tratamiento de las psicopatologías de la histeria. Dicho método fue precursor del método psicoanalítico de Sigmund Freud. Breuer concebía al método catártico con la hipnosis, pero sin la adopción de la “asociación libre” ni otras modificaciones y ampliaciones sugeridas por Freud.
Breuer llamó “catarsis” al procedimiento terapéutico de establecer y reconocer las causas a nivel inconsciente que provocan los síntomas, pues decía que cuando un paciente recuerda la situación que le provocó el síntoma por primera vez y pasa por todas las excitaciones afectivas correspondientes al impulso reprimido; el síntoma asociado desaparece y no vuelve. Este procedimiento se conoce como método hipnocatártico, y es utilizado por muchos terapeutas para la eliminación de síntomas psicopatológicos de origen psicotraumático.
• Sigmund Freud (1856-1939): En su condición de médico investigó la hipnosis en profundidad, siendo discípulo de las famosas escuelas de La Salpetriére con el Dr. Charcot y de la Escuela de Nancy, con el Dr. Bernheim.
La principal motivación que impulsó su dedicación al estudio de la sugestión fue la lectura de un libro de Bernheim titulado (La sugestión y sus aplicaciones terapéuticas). Visitó a Liébeault y a Bernheim en la Escuela de Nancy y comenzó a tratar a sus pacientes con la técnica hipnótica, aunque en realidad no tuvo éxito y se sabe que fue un mal hipnotizador.
Al principio Freud utilizó la hipnosis para el tratamiento de la neurosis, pero posteriormente, confesándose un mal hipnotizador, lo abandonó entregándose a formular su teoría del Psicoanálisis.
Abandonó la práctica de la hipnosis; sin embargo, basó su método de la asociación libre en sus conocimientos de la hipnosis, (la asociación libre consiste en pedir a los pacientes que hablen en la consulta, previamente relajados, de todo lo que les venga a la mente: recuerdos, sueños, preocupaciones).
Freud, con la creación del psicoanálisis, no se apartó del empleo de la sugestión, sino que dejó de utilizar una de sus formas, la del sueño hipnótico, para trabajar en estado de vigilia.
Freud catalogó la hipnosis como un método válido en el marco de la psicoterapia y como un mecanismo de sugestión e influencia, donde el nivel de actuar de la conciencia estaba disminuido. Estimó que era un segmento de la psiquis el que actuaba y ello impedía una efectividad adecuada, por lo que decidió abandonar la hipnosis.
Freud consideró que durante un trance hipnótico:
1. El paciente no se hallaba en poder de todas sus facultades, pues era más un fragmento disociado que una persona íntegra.
2. Que en el estado de sueño podía ignorar totalmente lo que había ocurrido durante el tratamiento y que ello dificultaría su concientización.
3. Que era mejor entonces el relato, pues libremente el sujeto recordaba, cooperaba y permitía ser conducido hasta la fuente real de sus dificultades.
Todos estos elementos revistieron una importancia extraordinaria, por cuanto significaron el rompimiento de Freud con el mundo hipnótico que hasta ese momento no había tenido adversario de mayor relieve.
Los casos estudiados por Freud le hicieron considerar que curaciones aparentes podían ser completamente destruidas si se interrumpía su relación personal con el paciente. Este resultado (y quizás su poca destreza como hipnotizador) lo condujo a su decisión de abandonar por completo el método hipnótico y lo sustituyó por el psicoanálisis, que consistía en su inicio en acostar al paciente en un diván y colocarle suavemente la mano sobre la frente, insistiéndole en que recordara hechos del pasado. Posterior a esto estableció el término de represión como el mecanismo causal de las llamadas enfermedades inmotivadas.
• Breuer y Freud:
Breuer y Freud, como médicos que eran, venían atendiendo en paralelo a pacientes con trastornos psíquicos, en especial a mujeres de la burguesía de Viena con síntomas histéricos, pero es a partir del tratamiento de Anna O. (seudónimo dado por Josef Breuer a Bertha Pappenheim para proteger su identidad) que Breuer desarrolla los primeros estudios sobre la patología histérica.
Entre diciembre de 1880 y junio de 1882 Josef Breuer trata a Bertha, una joven de 21 años con cuadros de tos nerviosa que la dejaban exhausta, anorexia, parálisis, una grave perturbación del lenguaje…, por la que es diagnosticada como histérica.
Bertha tenía momentos de mutismo y otros de somnolencia, a los que Breuer llamó “hipnosis vesperal” y la propia Bertha los llamó “nube”.
El tratamiento consistía en inducir a la paciente, bajo hipnosis, a que rememorara las circunstancias previas a la primera aparición de cada uno de los síntomas padecidos. De esta manera, al salir del trance hipnótico, dichos síntomas histéricos iban desapareciendo uno a uno. Este tratamiento, realizado dos veces al día, al que Bertha solía llamar “cura por la palabra” o “deshollinación” o “limpieza de chimenea” y que Breuer denominó método “catártico”. Tuvo una cierta mejoría; sin embargo, la muerte del padre (endiosado por ella) provocó un recrudecimiento de la sintomatología y la aparición de nuevos síntomas.
Bertha tuvo progresos y retrocesos en relación al vínculo amoroso imaginario que había creado con Breuer. Efectivamente, durante los dos años que duró la atención terapéutica, la paciente fue elaborando una transferencia afectiva hacia Breuer, que provocaba fluctuaciones en su estado de salud; mejoraba con su presencia y empeoraba con su ausencia.
A mediados de 1882, ante los celos de su esposa, Matilde, por dedicarle demasiado tiempo a la paciente, y dada la desaparición eventual de todos los síntomas histéricos de Bertha por el proceso de catarsis, Breuer le informa a su paciente que daba por terminado el tratamiento. No obstante, esa misma noche se le solicita con urgencia en casa de la paciente, a la que descubre confusa, contorsionándose y con agudos dolores abdominales. Inquirida por sus dolencias, ésta responde a viva voz que está embarazada de él y a punto de parir. Bertha reaccionó ante el abandono terapéutico desarrollando todos los síntomas de un falso parto (parto histérico).
Escandalizado ante tal escena de embarazo psicológico y reconociendo que el tratamiento no había surtido efecto, Breuer opta por transferir a Bertha Pappenheim al cuidado de su colega Freud.
Sin embargo, a la larga este fracaso arrojó resultados muy positivos que Breuer y Freud aprovecharon. Breuer descubrió que los pacientes histéricos no tenían dolencias físicas, sino que en realidad, sus síntomas eran el resultado de la acción permanente de ciertas experiencias traumáticas del pasado, que por su inadmisibilidad se habían reprimido, aunque no olvidado, y al liberar dichos pensamientos reprimidos, exteriorizándolos y aceptándolos de manera consciente, los síntomas desaparecían.
Breuer no hace público sus descubrimientos en relación al tratamiento de Anna O., pero si le ofrece a Freud la posibilidad de utilizar el método catártico en los pacientes de éste. Freud, basándose en dicho método, opta por dejar de lado la hipnosis y en su lugar establece el procedimiento de “asociación libre”. De esta manera, ambos van desarrollando una forma revolucionaria de psicoterapia, que desemboca en 1893 en la publicación de “la comunicación preliminar” de Breuer-Freud, sobre el mecanismo psíquico de los fenómenos histéricos, y en 1895, en los “Estudios sobre la histeria”.
Ya en 1891 la relación entre Breuer y Freud había comenzado a decaer debido a varias discusiones en el campo de lo científico. Breuer se apegaba a una concepción cientificista clásica que no aceptaba la separación total entre fisiología y psicología, mientras que Freud bogaba por la creación de todo un sistema teórico nuevo para la psicología y una independencia absoluta de cualquier otra rama médica. Por otro lado, Breuer concebía al método catártico con la hipnosis, pero sin la adopción de la “asociación libre” ni otras modificaciones y ampliaciones sugeridas por Freud. Pero lo que algunos autores consideran el desacuerdo que precipitó el fin de la amistad fue la discusión sobre los recuerdos infantiles y la seducción. Freud consideraba que sus pacientes neuróticos habían sido seducidos en la infancia, en cambio Breuer creía que tales seducciones nunca habían existido, sino que eran recuerdos de fantasías infantiles. Sobre este último punto, y con el tiempo, Freud daría la razón a Breuer.
La amistad terminó por romperse definitivamente para el año de la publicación de “Estudios sobre la Histeria”, en 1895.
Breuer desistió de continuar con los estudios sobre el psicoanálisis. Prefirió seguir con el ejercicio clínico en su consulta privada, como lo venía haciendo desde hacía mucho tiempo. Con todo, siguió de cerca la carrera de Freud, al que le tenía sumo respeto aunque no compartieran los mismos puntos de vista. Freud reconoció el carácter anticipatorio de los estudios de Breuer respecto al psicoanálisis, pero advirtió que había diferencias fundamentales entre las concepciones de Breuer y la propia, especialmente en cuanto que Breuer tendía a una teoría fisiológica “hipnoide”, a diferencia de la teoría de la “defensa” (llamada luego, “represión”) propugnada por Freud.
• Émile Coué (1857-1926): Fue un farmacéutico y psiquiatra francés 1857-1926, (n. en Troyes y m. en Nancy, Francia). Autor del método curativo basado en la autosugestión, profundizó en la hipnosis y en la autohipnosis. Durante la primera guerra mundial este médico, como tantos otros sufrió la carencia de drogas básicas para preparar sus recetas magistrales. Ante la impotencia de este hecho decidió no decirles a sus pacientes lo que estaba sucediendo y probar con medicamentos placebos, esperanzado en solucionar pronto su problema de abastecimiento y en no deteriorar mucho la salud de su gente. El normal abastecimiento de drogas para sus recetas tardó mucho más de lo que Coué imaginó. Este tiempo fue el que le dio la oportunidad de observar qué muchos de sus pacientes habían hecho el proceso de recuperación como si estuviesen medicados tradicionalmente. A partir de esta observación comenzó a investigar el poder de la mente para sanar el cuerpo. Sus investigaciones dieron origen a estas tres leyes llamadas las Leyes de Coué.
Las tres Leyes de Coué:
1°) Ley de atención sostenida: Cuando una persona concentra su atención en una idea o pensamiento, dicha idea tiende a realizarse, es decir que tenderá a manifestarse en forma espontánea.
2°) Ley del esfuerzo reversible: Cuando una persona piensa que no puede hacer algo y luego lo intenta, cuanto más trata, menos puede hacerlo. Cuando un estado mental es tal que se piensa “me gustaría hacer esto, pero no puedo” cuanto más intente realizarlo, menos posible será llevarlo a cabo, por muchas ganas que tenga de hacerlo.
3°) Ley del afecto dominante: Una emoción fuerte siempre tiende a reemplazar a una emoción débil. Una emoción asociada a una sugestión hará que la sugestión sea más efectiva. Una sugestión vinculada con una emoción predominará sobre cualquier otra sugestión que se encuentre en la mente en ese momento.
Consecuencia de las Leyes:
1.- Cuando la voluntad y la imaginación son antagónicas, invariablemente gana la imaginación.
2.- En un conflicto entre la voluntad y la imaginación, esta última siempre tenderá a anular todo el esfuerzo de la voluntad.
3.- Cuando la voluntad y la imaginación están de acuerdo, no se suman sus efectos, sino que se multiplican.
4.- La imaginación puede ser guiada.
5.- La fuerza de voluntad, para hacer o bien no hacer, es una función de la mente consciente, mientras que la mente subconsciente es influenciada y estimulada por la imaginación, y es la información archivada en la mente inconsciente o subconsciente, la que determina las reacciones, actitudes y acciones de la mente consciente. Es allá, donde somos lo que realmente somos, en el SUBCONSCIENTE MENTAL.
Émile Coué escribió: “Gracias a nuestro conocimiento del efecto tan potente que una idea provoca, podremos llegar a comprobar la importancia de ejercer una censura más estricta y cuidadosa sobre los pensamientos que entran en nuestras mentes”.
Este autor recomienda que, para evitar las dolencias provocadas por ideas y pensamientos poco saludables, busquemos en todo momentos ideas que favorezcan un mejor estado de salud, un mayor bienestar y un mayor grado de éxito. Este consejo resulta tan sensato y razonable hoy en día como cuando lo escribió Émile Coué.
Coué recomendaba repetir esta frase unas veinte veces al día: “Cada día, en cada momento, me siento mejor y mejor”. También tenemos esta otra frase: “Todos los días, en todos los sentidos, me siento cada vez mejor”.
Coué formo parte de la llamada “Segunda Escuela de Nancy”.
Para Coué la hipnosis era más que sugestión, autosugestión; es decir autosugestión, autohipnosis.
Pávlov, Béjterev y Platonov en Rusia:
Iván Pétrovich Pávlov (1849-1936):
En la Escuela de la Hipnosis Rusa tenemos a Pávlov como su máximo exponente. Fue un eminente neurofisiólogo y pensador ruso cuya actividad científica se prolongó durante más de sesenta años. Se dedicó al estudio e investigación de la fisiología de la circulación, de la digestión y de las funciones del sistema nervioso.
Fue continuador de las corrientes progresistas de la fisiología y ciencias naturales rusas y de la filosofía materialista del siglo XIX. Se vio influido por el célebre científico Séchenov, al cual llamó el padre de la fisiología rusa.
Los descubrimientos de Pávlov sobre la actividad nerviosa superior del hombre y de los animales significaron una revolución en las ciencias naturales. Su teoría constituyó un duro golpe a la tendencia idealista de la psicología de su tiempo. Elaboró una teoría científica donde se le daba el peso fundamental a la palabra (sugestión verbal) y a la forma en que se podía confirmar su teoría de los reflejos condicionados en los perros, animales superiores y en particular en el hombre.
Consideró la hipnosis como una inhibición parcial irradiada cortical y subcortical, y vio los mecanismos que aparecen en el sueño y los sueños como un proceso fisiológico normal.
Su teoría planteaba que la hipnosis crea un estado de inhibición que se difunde a partir del área motora cortical a las demás áreas de los hemisferios cerebrales y que puede llegar al mesencéfalo. Esto origina primeramente una inhibición motora, que de acuerdo con la magnitud del estímulo produce presión en los movimientos oculares y favorece la inhibición de los reflejos salivales y, finalmente, aparece el sueño profundo con hipotonía muscular generalizada.
Para Pávlov, la hipnosis representa un grado menor que el sueño. Por eso los estímulos que son dados por medio de la sugestión son mucho más enérgicos que los del sueño. En conclusión plantea que la sugestión es un estímulo más breve, más aislado y más unificado. Su efecto produce un reflejo que puede ser simple o complejo, pues cuando se ha suprimido la inhibición de los centros superiores aumenta la sugestibilidad y otras tendencias reflejas del paciente. Esto permite que aparezca cierta facilidad para llevar a cabo determinadas acciones que de otra forma sería imposible realizar.
Pávlov planteó que la esencia de la hipnosis está en el hecho de que, como resultado de varias influencias endógenas o exógenas, espontáneas o inducidas artificialmente, ciertas áreas del cerebro están excluidas de modo temporal en cuanto a su función en diferentes niveles. Pero, al mismo tiempo, las funciones de los centros que permanecen despiertos, especialmente los subcorticales, están aumentadas. Para él la hipnosis es de por sí una modificación momentánea del funcionamiento cerebral.
Los descubrimientos de Pávlov revolucionaron las concepciones de la época. Se vino abajo toda una serie de teorías fundamentadas en especulaciones, carentes de base y rigor científico. Pávlov le dio a la hipnosis una base fisiológica y con esto la convertía en una técnica con una fuerte sustentación materialista.
No fue hasta que Pávlov realizó sus descubrimientos sobre la actividad nerviosa superior, que la hipnosis y la sugestión pudieron contar con una verdadera base teórico-científica materialista. Su teoría constituyó una revolución dentro de la ciencia, pues daba una explicación fisiológica de los fenómenos psíquicos.
Pávlov decía que la palabra constituye un reflejo condicionado que permite ser utilizado para provocar el sueño hipnótico, el que a su vez definía como una inhibición cortical interna, que surge en la zona motora cortical y se irradia a las demás áreas de los hemisferios cerebrales, y que puede llegar al mesencéfalo. Con sus descubrimientos, Pávlov rompió con las concepciones idealistas, metafísicas, sobrenaturales, oscurantistas y mitológicas que se habían formado sobre la hipnosis.
Pávlov conceptuó la hipnosis como un estado de sueño diferente del sueño normal, en tanto fisiológicamente se manifiesta como una inhibición parcial, que si bien se irradiaba a amplias zonas corticales y subcorticales, no es una inhibición absoluta, pues quedan focos de excitación que permiten actuar de diversos modos y mantener el contacto con quien hipnotiza.
En una de sus conferencias dijo:
Si uno pudiera mirar a través del cráneo y se iluminaran las áreas corticales despiertas excitadas, mientras que las regiones que producen los procesos inhibidores, la hipnosis o el sueño, estuvieran en penumbras, muchos parches de sombras de inhibición se observarían sobre las áreas brillantes. El sueño se reconocería por la amplitud de las sombras de inhibición irradiada; y en medio de las zonas oscuras brillarían puntos del despertar.
Planteaba que en el hombre, además del primer sistema de señales (reacciones a la influencia directa del mundo exterior), existe un segundo sistema de señalización (el lenguaje), capaz de modificar considerablemente la actividad nerviosa superior del ser humano. Sus planteamientos en relación con este sistema constituyen la piedra angular para la teoría materialista del conocimiento, pues por medio de ellos se establece la base fisiológica del pensamiento humano, donde la palabra (el lenguaje) toma gran significación.
Pávlov explicó la naturaleza del sueño en los animales superiores, demostrando que es producto de una inhibición generalizada de la corteza a través de los hemisferios cerebrales.
No fue hasta que aparecieron los descubrimientos de Pávlov que la hipnosis tuvo una verdadera base científica, que respondiera a una concepción materialista dialéctica de la ciencia.
Los últimos años de su vida, Pávlov los dedicó a la investigación y al estudio de las enfermedades del sistema nervioso. Fue el descubridor de las neurosis experimentales en animales.
La generalización filosófica de sus descubrimientos constituyó un salto cualitativo en el desarrollo científico-técnico y enriqueció los principios del materialismo dialéctico aplicados a la naturaleza, estando en contra de las corrientes y manifestaciones del idealismo y del oscurantismo.
Sus investigaciones sobre los procesos de inhibición y excitación lo llevaron a plantear que la inhibición interna, la hipnosis y el sueño constituyen el mismo proceso fisiológico. A través de la práctica pudo comprobar que una estimulación monótona, repetida de modo indiferente, produce primero una inhibición interna, luego sueño, después hipnosis y finalmente sueño profundo.
Pávlov afirmó que en todos los años de su extensa investigación nunca había encontrado ningún fenómeno que se opusiera a la semejanza fisiológica que existe entre la inhibición interna cortical, la hipnosis y el sueño.
Consideraba indudable que la hipnosis es un estado especial de sueño, y planteaba que no era significativa la diferencia que pudiera haber con una inhibición interna, desde el punto de vista fisiológico. Existe una ley que justificaría las leyes del hipnotismo, denominada ley de los puntos reflexógenos, que como refiere Volgyesi neurólogo húngaro que trabajó con Pávlov, esclarece las verdaderas leyes del hipnotismo. Esto nos facilita una comprensión adecuada y científica de los fenómenos hipnóticos.
Pávlov demostró mediante experimentos que casi todos nuestros órganos pueden ser influidos indirectamente por medios neurofisiológicos. Sus descubrimientos en los animales y en el hombre comprobaron que la hipnosis no es un poder sobrenatural, sino que constituye una técnica psicológica que facilita la formación de dicho estado en la conciencia. Prueba de esto lo constituye el hecho de que los efectos psicosomáticos de la sugestión, en este caso los reflejos condicionados, pueden producirse de forma más rápida e intensa cuando el sujeto se encuentra en estado hipnótico que cuando se halla en estado de vigilia. Es necesario destacar que a pesar de estar en vigilia, una persona siempre tendrá zonas de la corteza donde existe inhibición.
El destacado científico ruso Alexander R. Luria ha planteado que la primera unidad funcional del cerebro es la encargada de controlar el estado de vigilia, mediante la formación reticular activada que regula el tono de la corteza.
Es necesario para todo profesional de la hipnosis conocer la obra y los aspectos teóricos fundamentales de Iván Petrovich Pávlov sobre como introdujo el concepto de segundo sistema de señales, privativo del hombre, y considerando lo siguiente: “La palabra es un estimulador condicionado tan real como todos los demás, pero a la vez tan universal como ningún otro, que en este aspecto no puede ser comparado en modo alguno, ni cuantitativa ni cualitativamente, con los demás estimuladores de los animales”.
Tanto Pávlov como sus seguidores Bejterev, Birman, Zukovski y Platonov, dejaron establecido que la hipnosis resulta sumamente valiosa para el tratamiento de determinados procesos patológicos, ya sea con fines curativos, o como paliativos en los casos de dolores agudos y crónicos. Su poder como método concentrador y acelerador de la curación le confiere un carácter de hecho ventajoso en relación con otras técnicas psicoterapéuticas tradicionales.
Pávlov representa para cualquier investigador, científico o especialista de las llamadas neurociencias, un punto de referencia obligado. Ningún hombre, como ser biológico y social, puede escapar al influjo de los valores filosóficos de su época.
En la obra de Pávlov merecen ser resaltados varios aspectos basales de su valiosa incursión en el campo de la hipnosis.
1. La teoría de los reflejos condicionados.
2. La teoría de los procesos de excitación e inhibición, con sus respectivas modalidades e interrelaciones.
3. La teoría reflexológica del sueño y los estados intermedios entre éste y la vigilia (fases oniroides o hipnóticas).
Vladímir N. Béjterev (1857-1927):
Fundador junto con Pávlov de la escuela reflexológica rusa, fue quien desarrolló la idea sobre la hipnosis como una singular modificación del sueño natural. Este concepto coincidía con el de Pávlov, quien también señalaba cierta similitud entre inhibición interna, sueño hipnótico y sueño natural, diciendo que la diferencia que pudiera existir entre los tres no era significativa.
Las investigaciones realizadas por Béjterev lo llevaron a plantear que la esencia de la hipnosis era la introducción, en la esfera psíquica de otra persona, de ideas, sentimientos y emociones en la medida de lo posible, sin que intervinieran la crítica ni el juicio, utilizando la palabra y los gestos y evitando la atención activa, es decir, dando un rodeo a la personalidad crítica del sujeto. Claro que, en la utilización de los gestos para ejercer sugestión, se tiene también en cuenta un contenido verbal significativo, pero codificado en clave. Sus ideas fueron desarrolladas por muchos de sus discípulos, entre ellos Plátonov, Miásishev, Ananiev y otros.
Un aporte importante de Béjterev fueron sus investigaciones sobre la sugestión en estado de vigilia. Distinguió la sugestión volitiva o premeditada y la no volitiva o no premeditada. La sugestión no voluntaria actúa en la comunicación mutua de las personas, en forma imperceptible y por esto no provoca resistencia. Esta sugestión se ilustra con el ejemplo de la influencia de una persona alegre sobre una comunidad de personas que están aburridas, las que involuntariamente y sin advertirlo se contagian con su alegría. Sin embargo, debe señalarse que en el presente ejemplo no sólo actúa la sugestión, sino también la imitación y otros medios de interinfluencia. Hasta su muerte, en 1927, Béjterev realizó numerosos estudios y experimentos sobre la sugestión hipnótica por telepatía en el Instituto de Investigaciones del Cerebro, en la ciudad de Leningrado, junto a otros investigadores entre los que se destacó Leonid L. Vasiliev.
Bejterev definió la hipnosis como una modificación del sueño natural y significó la ausencia de juicio crítico en el sujeto hipnotizado a la hora de asimilar las sugerencias dadas.
Konstantin Ivanovich Platonov (1899-1951):
En 1930 otro científico ruso, discípulo de Béjterev, Plátonov, publicó un artículo denominado (La palabra como factor fisiológico y teraéutico), en el mismo estableció la utilización de la sugestión, pero en forma de persuasión, diciendo que ésta debe ser construida sobre la base de un sistema de argumentos lógicos y demostraciones desarrolladas consecutivamente. Puso como ejemplo las instrucciones de cómo realizar un parto sin dolor, la profilaxis de los dolores del parto, las conversaciones para el control del alcoholismo, entre otros.
Plátonov utilizó el término de sugestoterapia para el uso de la sugestión como tratamiento clínico y refiere que debe tener forma de comunicación imperativa. Puso el siguiente ejemplo: “Usted ha olvidado ya todos sus penosos sufrimientos, y cuando los recuerde por casualidad no le producirán inquietud”.
Plátonov realizó valiosos aportes al desarrollo científico de la hipnosis y la sugestión; consideraba esta última con posibilidad de orientar las ideas y la conducta de las personas, y que incluso llega a ser el motivo de las mismas. También consideraba que la sugestión actualiza y refuerza aquello que debe motivar las acciones y que inhibe todo lo que pueda estorbarlo.
Platonov llegó a su definición de la hipnosis partiendo de su rica experiencia psicoterapéutica. La categorizó como un estado de sueño especial, en el que se crea una perceptibilidad aumentada por parte del sujeto paciente, y destacó el papel de la palabra como factor de sugestión cuando dijo: “Cada foco de excitación provocado por la sugestión se fortalece como consecuencia de la acción recíproca de la inhibición por él provocada; de ahí que cada construcción semántica elaborada por el terapeuta debe ser clara, precisa y bien estructurada.”
Johannes Heinrich Shultz (1884-1970):
Era un psiquiatra freudiano de origen alemán. Investigó la relación entre la mente y la relajación. Con su conocimiento de las técnicas de la hipnosis elaboró un método de autohipnosis conocido como el “Entrenamiento Autógeno de Schultz” del que más tarde derivaron todas las psicoterapias basadas en la relajación. El término de “Entrenamiento” Autógeno, significa “autogenerado”.
El método se basa en la autohipnosis. Es un autorelajamiento que la misma persona produce por medio de la autosugestión, construye imágenes mentales que le quitan la tensión y son gratificantes.
Los ejercicios básicos fueron creados por el Dr. Schultz alrededor de 1920, quién basó su nueva técnica en su extenso conocimiento de los cambios fisiológicos ocurridos en la relajación profunda y en las técnicas orientales de meditación (como el Zen o el Yoga), que pueden enseñar el control voluntario del Sistema Nerviosos Autónomo.
Dave Elman (1900-1967):
Dave Elman (1900-1967): Dentro del mundo de la hipnosis se le conoce principalmente como el autor de un libro sobre la hipnosis, publicado en 1964 y considerado como un clásico dentro de la hipnosis: “Conclusiones en Hipnosis”, para más tarde titularse como “Hipnoterapia” (publicado por Editorial Westwood Publishing). El método de inducción rápida se introdujo por primera vez por Dave Elman, que es también uno de los pioneros en la aplicación médica de la hipnosis. Quizás el aspecto más conocido de la herencia de Elman es su método de inducción (método Elman).
Milton Erickson y Dave Elman son considerados como los más grandes hipnotizadores del siglo XX. Elman publicó un solo libro sobre hipnosis, pero ese libro tuvo tal impacto que muchos consideran a Elman como el más grande hipnotizador de todos los tiempos.
Las inducciones de Erickson podrían tomar un tiempo muy largo, pero Elman colocaría a un sujeto en trance profundo en menos de un minuto.
Milton H. Erickson (1901-1980):
Reconocido como la principal autoridad mundial en hipnoterapia y psicoterapia estratégica breve. Fue una de las personalidades psicoterapéuticas más creadoras, sagaces e ingeniosas de todos los tiempos.
Nacido en los Estados Unidos, estudió Medicina y se especializó en Psiquiatría. Fue un tenaz investigador y ninguna de sus limitaciones personales le llevó a perder el interés por descubrir nuevas conexiones y dimensiones psicológicas, particularmente relacionadas con la hipnosis.
Fundador de la Sociedad Americana de Hipnosis Clínica. Erickson creó numerosas técnicas modernas de inducción y además, utilizaba anécdotas y metáforas para facilitar el estado de la hipnosis.
Es autor de más de 140 artículos científicos, en su mayoría sobre el tema de la hipnosis y coautor de diversos libros.
Aquejado de poliomielitis a los 17 años y desahuciado por los médicos, tuvo tiempo y temple para recuperar los movimientos trabajando la introspección y el control mental, por lo que adquirió un modo de abordar las dificultades psíquicas de manera original y autosugestiva, habilidad o característica que luego aplicó para curar a sus pacientes. Su fuerza de voluntad le permitió sobreponerse a la enfermedad y graduarse en medicina y psicología; trabajó como psiquiatra en numerosas instituciones y más tarde como profesor de psiquiatría.
Insistió mucho en el papel que juega el inconsciente, entendido no a la manera de Freud sino como reservorio de recursos personales para resolver por sí mismo la problemática de cada individuo.
Milton H. Erickson es la figura emblemática de la hipnosis clínica moderna. Erickson creó lo que después se ha llamado Hipnosis Ericksoniana o “Método Milton”. Fundamentalmente, el Método Milton consiste en el uso de la palabra con la finalidad de crear confusión mientras se establece una sugestión indirecta. Erickson utilizaba metáforas y cuentos como herramientas esenciales del trance.
El fue un antiteórico. De hecho apenas dejó material escrito y en gran parte conocemos sus métodos gracias a sus alumnos. Para Erickson paciente y terapeuta son un tándem que establecen una alianza en la que juntos deben desbaratar las resistencias del inconsciente en “desaprender” los viejos comportamientos que nos limitan y nos acaban produciendo enfermedades o alteraciones psicosomáticas y aprender comportamientos más adaptados que nos permitan seguir la vida con verdadera eficacia y felicidad. A sus alumnos les enseñó que el terapeuta debe estar convencido de que los recursos necesarios para resolver los problemas, residen en la historia y la vida del propio paciente; ante cada problema, las soluciones se encuentran en el propio interior.
Erickson, más que un definición exacta, vinculó la hipnosis con el concepto de inconsciente positivo; mecanismo semejante a una enorme computadora que trabaja sin cesar, sin consentimiento del dueño, para llegar a la síntesis de toda actividad humana; por eso la hipnosis debe ir dirigida hacia lo interno, donde lo más importante es la adquisición de conocimientos y el hecho de poder utilizarlos cuando sea necesario y no tanto saber qué cosa se ha aprendido. Esto es, en sí, el aprendizaje inconsciente. Definió la actitud como un elemento básico del proceso hipnótico.
Parto sin dolor:
En 1921, el ginecólogo Karljohann von Oettingen intentó aplicar la analgesia: no sentir dolor durante un proceso hipnótico, (analgesia hipnótica durante el parto). Llevó este proceso a su campo y consiguió así los primeros partos sin dolor. Su homólogo Grantly Dick Read (1890-1959) utilizaba la sugestión durante el embarazo para evitar el dolor durante el parto. Da a conocer su método para eliminar el dolor en el parto, mediante el entrenamiento psíquico durante el embarazo. Las parturientas pueden vivir, además, el parto como una experiencia consciente y enriquecedora.
A partir de la segunda mitad del siglo XX, varias prestigiosas comunidades científicas de Estados Unidos y Reino Unido empezaron a recomendar este método para terapias psicológicas. Es un gran paso para la hipnosis que durante mucho tiempo no gozó de credibilidad.
La Nueva Hipnosis:
El término de “La Nueva Hipnosis” tiene como precursores los integrantes de la llamada “Segunda Escuela de Nancy”. Entre sus máximos exponentes se encuentran Emile Coué (1857-1926) y Charles Boudim (1893-1963), pero le correspondió a Coué por una razón cronológica, ser su primer representante y la figura más influida por las concepciones de Liebeault y Berheim sobre la sugestión, aunque él hizo un marcado énfasis en la autosugestión, particularmente en las posibilidades que tenía el sujeto para autosugestionarse y autohipnotizarse. Decía al respecto: “A fin de cuentas, toda hipnosis es autosugestión, lo que es lo mismo que autohipnosis”.
Podemos decir que se conecta un poco con toda definición que se aleje del hipnotismo clásico. El mayor contenido de La Nueva Hipnosis, se halla fundamentado en los trabajos de Erickson como principal exponente y luego en los de Weitzenhoffer, Barber, Sarbin y otros.
La nueva hipnosis se diferencia de la tradicional, pues mientras en este última las orientaciones sugestivas son más directivas y autoritarias, en la primera rige un cúmulo de preocupaciones que podíamos resumir en las siguientes condiciones (teniendo en cuenta que la hipnosis, más que sugestión, es la actitud que asume el hipnoterapeuta ante su paciente):
1. Preocuparse por el otro (paciente).
2. Cuidar la comunicación.
3. Lograr una buena relación terapeuta-paciente, dada por caracteres empáticos y armónicos.
4. No dañar nunca la escala de valores del paciente.
5. No convertirse en su juez acusador.
6. Valorar la integridad del paciente.
7. Mantener sus propias formas.
8. Velar por la progresión lógica.
1) Preocuparse por el otro, equivale a reconocer que en el plano terapéutico se da una relación de ayuda técnica y humana: por un lado, la persona afectada que viene en su busca porque sufre o se siente mal; y por otro, la persona adiestrada que responde a esa demanda porque comprende la situación y está capacitada técnicamente para ello. Es la dimensión humana y psicológica típica de una relación terapeuta-paciente.
2) Cuidar la comunicación, es vital, ya que debe velarse por el tipo de información que se brinda al paciente y por la búsqueda de mecanismos de retroalimentación, que posibilitan hacer las correcciones necesarias, tanto antes de provocar el estado hipnótico como durante y después del trance, siempre con la finalidad de lograr una plena interrelación. La comunicación no es sólo verbal, sino gestual. Todo proceso comunicativo con el paciente ha de controlar manifestaciones corporales que bien pudieran activar sus defensas en los estados prehipnóticos, hipnóticos y posthipnóticos.
3) La buena relación terapeuta-paciente, debe ocupar el primer orden, pues como en la nueva hipnosis se considera que el proceso hipnótico es, en esencia, la expresión de una actitud, la relación favorable que permita las transferencias y contratransferencias completas y positivas garantiza un aumento de la confiabilidad, sobre todo del paciente hacia el terapeuta, así como el reconocimiento de esa confianza por parte de este último, lo cual le ayudará a estructurar mejor los contenidos terapéuticos y aplicar tácticas seguramente viables siempre y cuando estén matizadas por el afecto.
Es conveniente referirse a que el componente esencial de una actitud es el afectivo, pues a través de él se evalúa el objeto que la define. De ahí que sea indispensable lograr un clima afectivo de tal naturaleza, que condicione que cada cual se acepte, que cada cual confíe y coopere, que cada cual asuma sin prejuicios su función. En ello se basa, fundamentalmente, el éxito terapéutico.
4) No dañar nunca la escala de valores del paciente, se inserta en los paradigmas bioéticos, puesto que él es una unidad biopsicosocial, con una estructura funcional sustentada primordialmente en la historia de su ego y en cómo han sido sus múltiples relaciones dinámicas con su propio mundo y el que le rodea.
De ahí que sus valores si bien pueden ser comunes a cualquier ente humano y social, también pueden ser particulares, muy suyos, en dependencia de su visión de la vida y de su interrelación con éstos.
5) No actuar como juez reviste tanta importancia como la preocupación anterior, pues si bien pudieran existir dificultades en el activo funcional del paciente que podrían parecernos ridículas, inoperantes, pueriles o estúpidas, todas estas clasificaciones las ha sentido como suyas, como parte de su vida, donde hay inmanentemente funciones afectivas que poseen cierto valor y tal vez una significación, de manera que resulta innecesario juzgar, evaluar o censurar. En este caso lo más indicado es partir de dos premisas esenciales:
• Si el paciente no sabe evaluarlas, conducirlo hasta ese nivel.
• Si él necesita una ayuda y se pretende ofrecerla, no se puede jamás propiciar un formato de inseguridad que incremente su incapacidad de funcionamiento útil.
6) La integridad del paciente es un caro principio bioético, pues se trata de una persona con autodeterminación, para quien orientar, inducir, motivar e invitar no deben constituir un acto de fuerza; por tanto, el respeto a su dignidad y autodeterminación es un principio sagrado, y mantenerlo le dará una visión de la magnitud humana y la competencia del terapeuta.
7) El cuidado de su actuación profesional implica para el terapeuta ser fiel a los postulados éticos, consistentes en: una elevada motivación, gran capacidad científica, indispensable condición humana y conducta consecuente, de manera tal que el paciente vea en él suficientes valores positivos, que cubran o rebasen sus expectativas.
8) Debe ponerse muchísimo celo en el enfoque estructural lógico del tratamiento, que ha de ser por etapas, cada vez más complejas y profundas, pero sin pasar a la siguiente hasta haber obtenido los resultados esperados en la anterior. Violaciones indiscriminadas o menores de este principio, pueden hacer fracasar el programa terapéutico y sembrar dudas en el paciente sobre la capacidad profesional del terapeuta.
Siglo XX:
El interés por la hipnosis, muy enfriado en las primeras décadas del siglo XX, resurgió durante la Guerra Civil Española, la Primera Guerra Mundial y más adelante en la Segunda Guerra Mundial para trabajar con los problemas psicológicos y traumas causados en los excombatientes. Los psiquiatras ingleses Wingfield y Hadfield en la Primera Guerra Mundial experimentaron con soldados que tenían diferentes traumas, haciéndoles regresar al momento en que estos se habían producido y reviviéndolos nuevamente, (herramienta hipnótica denominada remoción directa del síntoma). Se observó que esto mejoraba notablemente y en muchas ocasiones curaba totalmente a los afectados. En la Segunda Guerra Mundial, los psiquiatras del ejército advirtieron que la técnica era útil para resolver los estados traumáticos llamados “neurosis de la trinchera”, “reacción de estrés de combate”, “neurosis de guerra”, “fatiga de batalla” y “choque del obús”, para referirse a un cuadro clínico complejo y polimorfo, que posteriormente sería conocido como Trastorno de Estrés Postraumático.
En los años 50 aparece una fiebre investigadora acerca de la hipnosis. La prestigiosa APA (American Psychiatric Assotiation) reconoce el valor de la hipnosis como legítimo método terapéutico y hoy en día una división de la American Psychological Assotiation está dedicada a su estudio e investigación.
La Asociación Médica Británica (BMA) hizo un excelente reporte sobre la hipnosis médica en 1955. La Junta Directiva de la Asociación Médica Americana (AMA) aprobó la hipnosis como tratamiento en 1958, recomendándose por primera vez su estudio en las facultades de medicina.
En 1959 se publica la primera escala para medir la susceptibilidad a la hipnosis y la publica la Universidad de Stanford.
En 1962 la Universidad de Harvard publica a su vez otra escala para la medida de la susceptibilidad a la hipnosis.
Referencia histórica de la hipnosis en España:
La referencia histórica de la hipnosis en España está ligada a la influencia que los trabajos de Charcot ejercieron sobre Luis Simarro (1851-1921) y sobre Ramón y Cajal (1852-1934). Simarro mostró tener un buen conocimiento de las técnicas y principios de la hipnosis, así como de las polémicas entre Charcot y la escuela de Nancy. Ramón y Cajal hizo uso, además, de la hipnosis en el tratamiento de diversos trastorno neurológicos.
Luis Simarro Lacabra(1851-1921):
Nació en Roma en 1851, mientras su padre realizaba estudios de Bellas Artes. A los tres años queda huérfano y es acogido por su tío. Su padrino de pila, el pintor Luis Madrazo le facilita el ingreso en el Colegio de Nobles de San Pablo.
En 1868 comienza los estudios de Medicina en la Facultad de Valencia, a la vez que da clases particulares para sufragarse los estudios. A causa de sus ideas liberales y su defensa del positivismo tiene enfrentamientos con algunos de sus profesores lo que le obliga a trasladarse a Madrid para finalizar sus estudios. Se doctora en 1875. Durante los cinco años siguientes mantiene contactos con Pedro González de Velasco y Aureliano Maestre de San Juan, da clases en la recién creada Institución Libre de Enseñanza y obtiene la plaza de director del manicomio de Leganés. Sus ideas innovadoras sobre el tratamiento asistencial le obligan a dimitir.
Emigra a París en 1880 donde es influido por los trabajos de Louis Ranvier, Jean Charcot y Valentin Magnan. En 1885 regresa a España y trabaja por su cuenta como neuropsiquiatra a la vez que dispone de un laboratorio privado, y será en este, donde en 1887, Simarro le muestra a Ramón y Cajal el método de Golgi (método de impregnación de células nerviosas). En 1902 obtiene la cátedra de psicología experimental. Simarro se interesó también por las relaciones entre la psiquiatría y el derecho penal. Riguroso, multifacético y versátil, publicó poco, por lo que la mayor influencia la ejerció desde su cátedra y laboratorio, y también desde la biblioteca de su casa, que fue lugar de reunión para muchos intelectuales, artistas y políticos de la época. Fue padrino de Dª Marina Romero Serrano.
Fue Gran Maestre de la masonería. Al morir, en 1921, dejó todo sus bienes a la Fundación que lleva su nombre, con objeto de subvencionar la continuidad del que había sido el primer laboratorio de psicología experimental en España.
La Universidad Complutense, tras hacerse cargo de la Fundación Simarro e integrarla en la Fundación General, es depositaria de su legado.
Entre los papeles de Simarro figura un breve ensayo sobre la hipnosis con veintiuna cuartillas mecanografiadas. El trabajo titulado “Diversas opiniones sobre el hipnotismo” es de comienzos del siglo XX según se deduce de la afirmación de la página 1, que señala lo “mucho que se ha adelantado en el estudio del hipnotismo, sobre todo en el siglo pasado (siglo XIX)”. Es probablemente anterior a la segunda edición de 1911 del libro de Wundt “Hypnotismus und Sugestión” y a 1908 que es cuando se supone que pudo aparecer la traducción española de la primera edición. Merece la pena un breve comentario de este trabajo, porque bien puede ser un fiel reflejo de su opinión ante el fenómeno del hipnotismo y nos muestra el actualizado nivel de los conocimientos de Simarro y del estado de la cuestión en la época en que se escribió.
En el texto se hace referencia a dieciocho autores, de los que sólo uno de los referidos por Simarro (Aragón Obejero) publicó su trabajo original en español. Por otra parte de los ocho libros en castellano de autores españoles o extranjeros que se ocuparon del hipnotismo antes de 1908, Simarro sólo menciona a dos de ellos: Richet y Binet. Es curioso el alejamiento entre los textos en español que el público tenía fácilmente a su alcance y los que manejaba Simarro, de autores más acreditados por lo general y sin traducir, (Braid, Charcot, Bernheim, Liebeault o Janet). Significativamente no menciona el libro de Wundt de 1892 que fue reeditado en 1911 y tampoco hace ninguna referencia a la posible utilidad clínica de la técnica.
El trabajo comienza presentando de forma bien documentada las diversas opiniones sobre el hipnotismo y planteando abiertamente las diferencias entre Charcot y sus seguidores y los de la escuela de Nancy. Se pregunta qué hay de verdadero y de falso en el fenómeno diferenciando entre los grados posibles (letargo, catalepsia y sonambulismo). Luego clasifica los posibles fenómenos, algunos de los cuales le parecen claramente explicables como el sueño hipnótico, los fenómenos vegetativos y los de orden motivo y algunos cognoscitivos. “Tales fenómenos, comenta, parece que no se pueden poner en duda; será su explicación la que se quiera pero la autenticidad de los hechos no da lugar a vacilación sobre la realidad y existencia de tales fenómenos (p.3)” Dice que son todavía inexplicables algunos cognoscitivos y los del ocultismo, pero veremos como al final del trabajo expresa su recelo ante algunos de ellos.
Conoce con detalle el procedimiento a seguir para provocar el trance hipnótico y se sirve de Braid para describirlo como sigue:
“Tomad cualquier objeto brillante entre el pulgar, el índice y el medio de la mano izquierda, tenedlo a la distancia de 25 a 45 centímetros de los ojos en una posición tal encima de la frente que haga indispensable el mayor esfuerzo del lado de los ojos y párpados para que la persona mire fijamente el objeto”.
En cualquier caso sea cual sea su naturaleza del hipnotismo (morbosa o normal) no cabe pensar en nada oculto ni sobrenatural, ya que es “propio de la naturaleza del hombre”. “Esta es la opinión hoy reinante y verdaderamente científica” (p.13). Las opiniones de autores como Figuiero el padre Franco que hacen referencias a fluidos nerviosos, magnético-vitales o sobrenaturales le parecen decididamente anticuadas o extravagantes.
Las causas efectivas del fenómeno nerveo habría que buscarlas en la sugestión que el hipnotizador ejerce sobre el hipnotizado. Se rompe entonces el equilibrio nervioso de los diversos centros ganglionarios y encefálicos que en el estado normal, por decirlo así, distribuyen toda la facultad del espíritu entre las diversas potencias. El fenómeno se produce debido al equilibrio inestable entre los diferentes centros y a esa excitabilidad exaltada en los centros inferiores, el hipnotismo no es más que el preludio obligado de la sugestión (p17).
Concluye este trabajo señalando que hay fenómenos observables pero “la sugestión… el prejuicio y el desequilibrio nervioso pueden todo eso y mucho más. Y yo me pregunto: en todos eso fenómenos últimamente descritos, ¿no habrá algo de exageración? Sabido es que cuando ocurre alguno de esos casos raros y extraños el afán natural de publicarlo hace exagerar y aumentar la verdad. Quitando pues eso poco o mucho que puede haber de hiperbólico, bien podemos fiarnos de los que competentes en la materia nos aseguran que todo eso se explica naturalmente” (pp 20-21).
Ramón y Cajal (1852-1934):
La primera mención en España de las técnicas de hipnosis, está relacionada con la aplicación en medicina de la mano de Ramón y Cajal (premio Nobel de Medicina en 1906), por entonces catedrático de Anatomía en Valencia en 1886.
Cajal también tuvo interés por el estudio de los mecanismos y la eficacia de los tratamientos clínicos y sí consta que utilizó el método de la hipnosis. Cajal había creado en Valencia un comité de investigaciones psicológicas interesado por “la investigación de la esencia del pensamiento humano”. La vida psicológica no se entiende en ese momento como un conjunto coherente de procesos organizados sino dispuesta en una estructura bipolar. En uno de los extremos se encuentra la acción normal del sujeto, en el extremo opuesto la patológica. Para Cajal las investigaciones de Charcot, Bernheim y otros sobre la “psicología mórbida” sirvieron para entender muchos de los milagros narrados por Mesmer y sus seguidores. Cajal pretende estudiar las manifestaciones humanas que parecen milagrosas pero que más bien deberían calificarse como sorprendentes. Con esta finalidad creó un pequeño centro de investigación y tratamiento. Pronto la barahúnda que se organiza con el ir y venir de neurasténicos, maniacos, histéricos o espiritistas y la divulgación de los supuestos milagros que allí acontecen le atrae la fama. Al lugar acuden enjambres de desequilibrados y hasta locos de atar y Cajal decide poner fin a aquellos experimentos que llevaba a cabo sin afán crematístico, pero que bien podían haberle reportado pingües beneficios. Entre otros fenómenos Cajal se interesó por experimentar con la hipnosis y aplicó la técnica con éxito logrando “la transformación radical del estado emocional de los enfermos, la restauración del apetito en histeroepilépticas inapetentes y emaciadísimas, la cesación brusca de ataques de histerismo con pérdida del conocimiento, el olvido radical de acontecimientos dolorosos y atormentadores y la abolición completa de los dolores del parto en mujeres normales”.
Ramón y Cajal ha sido uno de los grandes sabios, cada vez que nos detenemos en su obra podemos descubrir en ella sorprendentes revelaciones, como es la innovadora práctica de la hipnosis para calmar los dolores del parto.
Tal práctica y sus resultados está documentada por él mismo en un artículo publicado el 11 de agosto de 1889 en la Gaceta Médica Catalana. En ese artículo relata cómo su esposa Silveria fue sometida por él a hipnosis y de esta forma nacieron sus dos últimos hijos Pilar y Luis.
Alfonso Caycedo Lozano (Sofrología):
Nació el 19 de noviembre de 1932 en Bogotá, Colombia (nacionalizado español). Después de terminar sus estudios básicos viajó a España, donde cursó estudios de medicina y cirugía con especialización en neurología y psiquiatría en la Universidad de Madrid. En octubre de 1960 y en calidad de médico interno del Hospital Provincial de Madrid, bajo la dirección del profesor López-Ibor, establece las bases de la Sofrología y funda al primer departamento de Sofrología Clínica; es decir, desarrolló una especie de redescubrimiento de la hipnosis, bajo el nombre de “Sofrología”.
La palabra Sofrología tiene tres raíces de origen griego:
• SOS: Vocablo griego que significa sano y salvo, armonía o sinergia.
• PHREN: En Grecia significó inicialmente víscera, particularmente sentimiento generado por una víscera; más tarde significaría unidad mente-cuerpo.
• LOGOS: Significa, todo aquello que se proyecta hacia afuera, susceptible de estudiarse.
Caycedo, quien se encontraba terminando su especialización en Suiza al mando del Doctor Ludwig Binswanger, padre de la Fenomenología Psiquiátrica y por recomendación de éste, viaja a Oriente en 1965 para investigar las antiguas culturas del Yoga, Budismo y del Zen en busca de nuevas herramientas para la Sofrología.
Realizó una investigación durante dos años y medio en la India, el Tíbet y el Japón de donde se obtuvo mucho material de trabajo.
Caycedo, regresa a España y se radica en Barcelona donde continúa la labor de investigación, dándole estructura a la escuela Sofrológica.
La sofrología considera al ser humano como un ente indivisible, original y trascendente. Dotado, en las mismas bases de su existencia, de una energía que integra sus estructuras físicas y psíquicas. Esa energía es la consciencia.
Su exposición, avalada por el Prof. Dr. A. Sarró, atrajo a numerosos profesionales y profanos. Los discípulos de Caycedo (por otra parte, apartado ahora de actividades médicas) enriquecieron la “sofrología” con diversas aportaciones, técnicas de meditación y hasta de Zen.
La sofrología, hoy en horas bajas (aunque de repente surgen seguidores apasionados donde uno menos se espera) no ha sido sino un intento de revitalizar la hipnosis, en épocas de poco atractivo, a base de “enmascararla” bajo otro nombre y “embellecerla” con un discurso orientalista, fácil de vender en la década prodigiosa.
La Escuela Sofrológica, fundada en 1960 por Caycedo es definida por su discípulo, el Dr. G.R. Rager como “una ciencia, una filosofía, una terapéutica y un arte. Su objetivo es por una parte, el estudio fenomenológico del conjunto de medios psicológicos, fisiológicos, químicos y físicos capaces de actuar sobre la conciencia humana y modificarla; por otra parte, su posible aplicación en la terapéutica medica”.
La sofrología (dice Caycedo) se sirve no solo de la hipnosis, sino también de cualquier técnica de relajación, variantes de la hipnosis, el entrenamiento autógeno de Schultz, la técnicas de Jacobson, así como sus estados paralelos, como los que aparecen en el yoga o la meditación.
Por tanto la sofrología y sus técnicas se basan, no sólo en la hipnosis clásica, sino en todas aquellas cosas o técnicas que producen un estado diferente de conciencia. Su denominación deriva del sophrosunem platónico: “estado de calma y concentración suprema del espíritu producido por hermosas palabras”.
La Noesiología de Escudero:
Desde hace varias décadas el Doctor Ángel Escudero cirujano valenciano viene realizando intervenciones de cirugía mayor por lo que él ha denominado anestesia post-sofrónica. El insiste en que su método nada tiene que ver con la hipnosis puesto que los pacientes están conscientes en todo momento mientras les opera sin dolor, incluso se permite hablar con ellos o mostrarles cómo les interviene. De hecho, Escudero no tiene gran simpatía hacia la hipnosis, quizás por el prejuicio que en el mundo científico o académico se tiene a que se les relacione tal técnica.
Lo cierto es que sus pacientes tienen un post-operatorio mejor y más rápido que cuando las intervenciones se realizan con anestesia química; incluso muchos salen del quirófano por sus propios medios (caminando). El nivel de hemorragias o emisiones de sangre es menor y todo ello sin los molestos efectos secundarios que origina la anestesia convencional. Su saber, al que ha llamado Noesiología, ciencia que estudia los efectos producidos en la vida por la puesta en marcha del pensamiento (según su fundador) es difundido actualmente por él mismo en la Comunidad Valenciana a través de cursos dirigidos a médicos, psicólogos y enfermeros/as.
Noesiterapia: técnica de superación del dolor a través del pensamiento. Escudero lleva más de treinta años haciendo intervenciones quirúrgicas con “anestesia psicológica”, para lo cual el paciente consigue anestesiarse y mantenerse anestesiado, durante el tiempo que previamente se ha programado mentalmente, sólo y exclusivamente por el hecho de mantener su boca ensalivada.
La razón del beneficio del mantenimiento de la ensalivación, según Escudero, tiene relación con la activación de una serie de funciones del sistema parasimpático. Cuando pensamos: “fluye saliva en mi boca”, el cerebro recibe la idea, en respuesta a esta orden, y pone en marcha el mecanismo necesario para estimular las glándulas salivares y que se produzca la saliva fluida necesaria. Si se consigue la ensalivación fluida, se pueden detectar, además, todos los signos de una respuesta biológica positiva, acompañados de una mejor sensación de paz y relajación y una disminución de la frecuencia de los latidos del corazón y en las arterias, por una vaso-dilatación, se producirá una disminución de la resistencia periférica al flujo de la sangre. En los pulmones se estimula la contracción de los músculos espiratorios, por tanto se facilita la expulsión del aire. En el estomago, intestinos etc., se produce una tendencia al aumento de la movilidad y la secreción de jugos gástricos.
La sabiduría popular lo sabe desde hace mucho tiempo y lo expresa con frases como: “se me cae la baba” o “se me hace la boca agua”.
Además de todo eso, parece ser, que el reflejo de producir saliva es el primero que se realiza en el feto, antes, incluso, que el reflejo de succión. De esa forma conectamos a nivel biológico y mental con las primeras sensaciones vitales del organismo y por tanto, los registros neurológicos se activan haciendo que en el cerebro se estimulen aquellas zonas que segregan hormonas gratificantes: endorfinas. Es como conectar con el potencial mental para actuar en el físico y conseguir mejores resultados.
Dice el Dr. Escudero que si la enseñanza de la ensalivación la conociera y practicara todo el mundo, el hombre se encontraría de regreso al paraíso, entendiendo esto, no como un lugar en la tierra, sino como una situación de privilegio, a partir de la cual se podría empezar la evolución positiva hacia el bien infinito que fue nuestro origen y que ha de ser, necesariamente, nuestro fin.
Dice también el Dr. Escudero: “El Amor produce, igual que cualquier pensamiento positivo, una respuesta biológica armónica positiva que nos hace sintonizar con todo lo bueno que necesitamos. El Amor, en el ser humano, es una necesidad biológica, la mejor medicina preventiva que existe”.
Manuel Alba Rojas “Profesor Alba padre” (1894-1950):
Nació en Jerez de la Frontera. El Profesor Alba exponía al público todo tipo de virtudes inexplicables: experiencias de hipnotismo, transmisión de ideas y otras facultades extraordinarias que eran puestas en escena en sus espectáculos.
Todos los que le conocieron aseguraron que poseía un don. Y quizá esa sea la clave para entender y comprender que casi transcurrido un siglo sean muchos los que opinan que era un auténtico dotado. Tenía un magnetismo especial con el que dejaba absortos a sus más allegados.
Manuel Alba Fernández (Manolo Alba) “Profesor Alba hijo” (1926-1997):
Como si de un superhéroe se tratase durante los años cincuenta continuó la leyenda del mentalista ya que su hijo asumió el rol y amplió fronteras porque fue en América donde consiguió triunfar y amasar fortuna.
Profesor Alba (padre e hijo actuaron con el mismo pseudónimo). Andaluces afincados en Valencia desde 1930.
Juan Elegido Millán “Profesor Max” (1912-1975):
Nació en Brihuega (Guadalajara) Estudió medicina, fue maestro nacional, practicante, ingresó en la antigua escuela de periodismo de “El Debate” y también fue un hipnotizador y mago autodidacta muy reconocido en todo el mundo.
Fue uno de los tres hipnotizadores españoles más conocidos a nivel mundial, junto a Faxman y Alba. Desde que comenzara en su Brihuega natal, sacando muelas mediante la hipnosis, su fama fue creciendo de forma exponencial. Más aún cuando sus habilidades le permitían la hipnosis telefónica o colectiva.
No es de extrañar que el profesor Max estuviera solicitado en todos los rincones de la Tierra. El briocense no lo dudaba, cogía su maleta y recorría el globo terráqueo de punta a punta. Así, durante estos viajes comenzó una afición: la adquisición de miniaturas para sus familiares, como recuerdos de sus viajes. En poco tiempo, esta afición se tornó necesidad, y los obsequios puntuales, en una colección superior a las 30.000 piezas, procedentes de más de 50 países.
José Mir Rocafort “Fassman” (1909-1991):
Nació en Sort (Lérida). Asombró a cuantos le conocieron. Era ilusionista, mentalista, hipnotizador, psicólogo, parapsicólogo, entre muchas otras cosas. Sus famosas sesiones, tanto públicas como privadas, sobre fenómenos mentales causaron asombro en los cinco continentes. Escribió varios libros interesantes: “Tú y la mente”, “Los fenómenos paranormales”, “La hipnosis al alcance de todos”, “Fassman y su mente”, “El inmenso poder de la mente”…
Fassman, reconocido durante años como el mejor hipnólogo del mundo de habla hispana, se retiró de los espectáculos para dedicarse a la psicoterapia, donde atendía pacientes bajo hipnosis, su fama como hipnoterapeuta superó la que tuvo como hipnotizador de espectáculo.
Fassman practicaba también la hipnosis en pacientes que debían ser intervenidos quirúrgicamente pero que, a su vez, eran alérgicos a la anestesia.
En Barcelona creó el Instituto Fassman para enseñar lo que denominaba como “Dinámica Mental”. Allí impartió clases y formó a futuros investigadores y parapsicólogos que alcanzaron renombre tiempo después.
Renacimiento de la hipnosis:
A partir de los años setenta ha disfrutado la hipnosis de un renacimiento significativo, surgiendo esta vez de los Estados Unidos. Hay una serie de profesionales, como T.X. Barber, Martin Orne, William Kroger y Herbert Spiegel, que han sido responsables del aumento del interés en y del empleo de la hipnosis, ello se ha debido fundamentalmente a la influencia de Milton Erickson. Realmente, el enfoque eriksoniano de la hipnoterapia, especialmente desde la muerte de Erikson en 1980, ha adquirido el estatus de un culto. En el proceso, la hipnosis ha cambiado también de ser principalmente una especialidad médica a ser fundamentalmente una modalidad psicológica.
Nacimiento de la Hipnosis Terapéutica con Metodología Clínica Directa:
La Hipnosis Clínica Indirecta o ericksioniana aparece a mediados del siglo XX de la mano de Milton H. Erickson, consiste en una serie de fábulas o cuentos que el hipnoterapeuta narra mientras el paciente está hipnotizado, que luego debe relacionar una vez despierto con sus problemas y deben servirle para solucionarlos. Es como una metáfora. Consiste en el uso de la palabra con la finalidad de crear confusión mientras se establece una sugestión indirecta. Erickson utilizaba metáforas y cuentos como herramientas esenciales del trance.
La Hipnosis Terapéutica con Metodología Clínica Directa nace en 1990 de la mano de Javier Martínez Pedrós.
La Hipnosis Terapéutica con Metodología Clínica Directa es un conjunto de ejercicios, claros y concretos, que se combinan entre sí para buscar la mejor efectividad y mayor potencia, para ver de remover lo que quiera que sea que atormente, dificulte y hasta impida realizar las tareas cotidianas con un mínimo de normalidad. El éxito de la Hipnosis Terapéutica con Metodología Clínica Directa sería la buena combinación entre ejercicios primarios, secundarios y terciarios que componen la base principal del tratamiento. La diferencia no radica en el método de inducción al trance, ya que existen tantos métodos de inducción como terapeutas hay. La diferencia radica en el tratamiento. Este está compuesto por una serie de ejercicios primarios, secundarios y terciarios. Estos ejercicios son inducidos de manera directa y no indirecta.
En la actualidad:
En la actualidad el estudio y la investigación en el ámbito de la hipnosis gozan de buena salud. En los últimos decenios, destacadas agrupaciones internacionales de profesionales de la salud han expresado públicamente su reconocimiento de la utilidad terapéutica de la hipnosis, entre ellas: la American Medical Association, la British Medical Association y La American Psychological Association. La creación de la American Society for Clinical Hypnosis, La International Societe for Clinical and Experimental Hypnosis y la European Society of Hypnosis in Psychotherapy and Psychosomatic Medicine, la Sociedad de Hipnosis Clínica Terapéutica, así como otras organizaciones de ámbito estatal, fortalecen e incorporan la actividad científica, terapéutica, experimental y profesional de un gran números de investigadores y terapeutas que hasta el momento trabajaban en completa soledad.
Hoy en día existen en todo el mundo infinidad de asociaciones científicas cuya finalidad es la formación, el desarrollo, la enseñanza y la aplicación de la hipnosis como una técnica más dentro del ámbito de la medicina, la psicología y la hipnosis como tal; es decir, dentro del ámbito completo de todo lo relativo al hombre.
La hipnosis está incorporada al quehacer diario de los profesionales de la investigación, la medicina, la psiquiatría, la odontología, la psicología, el deporte, en grandes hospitales, consultas privadas, universidades, centros de investigación públicos y privados, etc.
Además, la hipnosis ha entrado como una materia de pleno derecho en el ámbito científico por la puerta principal, es decir, formando parte del corpus teórico académico de muchos profesionales de las Ciencias Sociales, del Comportamiento y de la Salud.
El análisis histórico del fenómeno de la sugestión y de la hipnosis nos demuestra su desarrollo y evolución, sus cambios cualitativos y cuantitativos. Actualmente nadie niega que la sugestión actúe sobre la psique de las personas; es decir, que pueda influir sobre la fuerza o intensidad de fenómenos psíquicos como la percepción, la memoria, el pensamiento, los sentimientos, la imaginación, la voluntad, entre otros.
Es de todos conocida la estrecha relación existente entre los aspectos somáticos y psíquicos; cualquier cambio fisiológico y bioquímico en el organismo provoca cierta reacción psíquica y viceversa. Por eso se utilizan los términos psicosomático y somatopsíquico, y sobre ambos aspectos es posible trabajar con la hipnosis.
La utilización de la hipnosis y la sugestión como recurso psicoterapéutico ha tenido que recorrer un camino lleno de obstáculos en su desarrollo histórico, pero finalmente se ha podido comprobar su carácter científico y su valor terapéutico.
Tres épocas importantes en la historia de la hipnosis:
- Época mágico/religiosa.
- Época fluídica o magnética.
- Época sugestiva (consagración de la hipnosis científica).
1) En la época mágica destacan el chamanismo, la magia, las creencias religiosas y por supuesta la mitología. En esta época se utilizaba la fuerza de la palabra como poder terapéutico y por supuesto el miedo y respeto que se le tenía tanto a quien profesaba la hipnosis como a la religión. (Mandatos enérgicos, mirada fijamente sostenida, gestos expresivos y teatrales).
2) En la segunda época (fluídica o magnética con una perspectiva más orgánica “física”) se optó no tanto por la fuerza de la palabra y el miedo, sino por una energía específica: el denominado magnetismo. La existencia de fluidos energéticos está presente en la medicina desde sus inicios hipocráticos. Su entronque, además, con las fuerzas de los astros tiene una amplia tradición mitológica que es actualizada en el siglo XVI por la idea de un poder magnético curativo de los astros, según Paracelso (1493-1541), así como la del “magnetismo animal” formulado por Van Helmont (1577-1644).
La capacidad de las personas para incidir en las demás y en sí mismas trasciende, como se ve, de la palabra a la energía. Esta búsqueda de lo realmente eficiente (la energía) frente a lo especulativo (lo humano, lo verbal) tiene un gran atractivo en la actualidad. No hay más que recordar las propiedades que se confieren a determinadas pulseras, objetos e incluso sustancias tan naturales y cotidianas como el agua, convenientemente magnetizada.
En esta época destaca la aparición del magnetismo animal de Franz Anton Mesmer (1734-1815), reconocido como principal pionero en el desarrollo de la hipnosis.
3) En la tercera época (hipnosis sugestiva) se vuelve a recuperar la palabra como poder terapéutico (y no como poder de miedo) y se busca también la unicidad y no la dualidad mente-cuerpo. Sería la consagración de la hipnosis científica, donde se tienen en cuenta los factores de La Nueva Hipnosis.
Las primeras manifestaciones de la hipnosis se dieron ya, en forma de autohipnosis, entre los hombre primitivos, quienes con sus cantos misteriosos, su bailes rituales, sus pases enigmáticos y palabras, hacían conjuros respecto a poderes mágicos. Así, llegaban a insensibilizarse colectivamente del dolor, tenían visiones y dominaban el cansancio, se curaban trastornos funcionales y llegaban a estados catalépticos. De hecho, este fue el inicio de la magia, la aparición de curanderos y hechiceros sanadores que ejercían gran influencia sobre la tribu.
Copyright © 2010. Texto extraído del “Manual de Hipnosis Terapéutica”. Del autor: Javier Martínez Pedrós